Los congresistas y los bateyes

<p>Los congresistas y los bateyes</p>

Congresistas norteamericanos, con el representante de Nueva York a la cabeza, acaban de descubrir las pobres condiciones en que viven haitianos en distintos bateyes dominicanos. Es una lástima que los norteamericanos no observaran esa anormalidad en 1937, cuando el dictador Rafael L. Trujillo dirigió un genocidio haitiano que, por pura coincidencia, no tocó a los braceros que laboraban en los ingenios propiedad de sus compatriotas, quienes eran los “amos” de los brazos humanos que cortaban la caña en peores condiciones que lo hacen hoy, sobre todo a la hora del pesaje de la misma. Al diputado Eliot Angel le preocupa la situación en que viven los haitianos en el país y más le preocupa que lo hacen en una especie de “limbo” por falta de documentos. Eso nos mueve a una inquietud: ¿Entregan documentos de identidad las autoridades norteamericanas a quienes residen en forma ilegal en su territorio? Tenemos entendido que los llamados indocumentados, en Estados Unidos, viven dando brincos para escapar a las “batidas” migratorias. Aquí, por el contrario, esos indocumentados haitianos que se encuentran ilegalmente en el país, se dedican a distintas actividades, pues miles entran para el corte de la caña y cambian ese oficio por el de quinieleros y billeteros, vendedores de obras de arte y labores en la industria de la construcción. Es posible que las Organizaciones no Gubernamentales que orientan a los congresistas yankees no hayan tenido tiempo de enterarlos de eso.

II

Constituiría una hipocresía dar a entender que en los bateyes se vive con las comodidades de un hotel de cinco estrellas. En los bateyes, haitianos y dominicanos, sufren penurias. Pero es falso, completamente falso, eso de que son sometidos a un trabajo esclavo. Las condiciones en que se vive en los bateyes no la han descubierto los legisladores norteamericanos. Han sido puestas al desnudo por los medios dominicanos de comunicación social, durante años y años, sin que eso interesara o despertara la gran sensibilidad social que ahora muestran congresistas de la nación más poderosa del mundo y que se considera con derecho a regir los destinos universales. Los indocumentados, como ellos le llaman, en su país, no gozan de mucha bondades y, por el contrario, constantemente son deportados. Aquí, en cambio, cuando las autoridades ejercen sus derechos de repatriar haitianos, un coro de voces se une para coartar ese ejercicio de mando soberano. Aún así, los dominicanos, jamás, hemos pensado en construir un muro para impedir el paso de los haitianos hacia este lado de la isla, y no nos hemos propuesto imitar al coloso gringo que levanta el suyo para evitar que crucen los mexicanos, principalmente, hacia su enorme y rico territorio.

III

Al congresista Engel le preocupa que con excepción del cónsul dominicano en Boston, los restantes no califican para ejercer, dado que son residentes o nacionalizados norteamericanos. ¿De quién es la culpa que eso suceda? ¿Quién autoriza el ejercicio consular en los Estados Unidos? También es motivo de dolores de cabeza para el congresista Engel, que nos ha tomado un cariño quizás exagerado, el hecho de que consulados cobren tarifas que él considera excesivas afectando a los dominicanos a la hora de la expedición o renovación de pasaportes.

¿Y desde cuándo tiene un representante extranjero facultad para decirnos lo que debemos de hacer con la expedición de documentos de identidad. Por más vueltas que se den a estos asuntos, por más declaraciones de amistad que formulen los representantes norteamericanos, es claro el propósito que persiguen: todo gira alrededor de los indocumentados haitianos que el gobierno norteamericano desea, sin rubor alguno, que sean aceptados como dominicanos. Por ese motivo todo este escarceo se produce cuando en el país hay un movimiento dirigido a las reformas constitucionales y ya altos funcionarios se han mostrado partidarios de la eliminación del “jus solis” en materia de nacionalidad. Con muchísima razón.

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