Píndaro y Herminio han decidido revivir sus años juveniles, pero con ingredientes vivientes del Siglo XXI, época en que la excelencia, lealtad y la responsabilidad social son valores a los que la generación presente jamás podrá ignorar, aunque a veces no les dé vida… Valores que en la época a recordar ya tenían vigencia, junto a la disciplina, y que han sido la base para que tanto Herminio como su alter ego sientan nostalgia y los traigan a recuerdo…
“¿Cogiste tu mochila, Herminio? –pregunta Píndaro-… La respuesta no se hace esperar… “¡Listo para la batalla! –grita, y agrega: “Vámonos por Marilópez, para cruzar el puente viejo de río Yaque… Quiero sentir las mismas sensaciones que en mi niñez…”… Ambos inician su trayectoria y, mientras bajan por la Avenida de Circunvalación, ven a su derecha un reguero de tubos gigantes retorcidos, y montón de técnicos chequeando su funcionamiento… Es Píndaro quien, levantando sus ojos se queda admirado por un edificio del cual salen un montón de empleados con cascos protectores blancos, como si fueran en procesión… “Herminio… Herminio… ¡Mira!… Son como diez y se van en dos camioneticas… Vamos a pedirles bola a ver si van por el río…”… No pasan unos minutos y ambos están sentados en la parte de atrás de una de ellas, mientras el frescor de la avenida les arropa sus caras sonrientes de felicidad…
En menos de lo que canta un gallo, la camioneta se detiene para, al parecer, recoger alguno de los compañeros de trabajo que faltaba… De un salto, un joven de mediana edad con un cabestrillo en su brazo izquierdo salta y se sienta junto a ellos con una seguridad pasmosa… “¡Hola! –dice- Soy Darío… Qué bueno que nos acompañen… Mientras sorteamos los tapones de las calles, les pongo al día de lo que hacemos y así aprovechan la bola completa”.
Tanto Píndaro como Herminio no han dicho una sola palabra, porque ambos ya están impresionados con la presteza con la que el nuevo a bordo les ha abierto sincera conversación… Ven en él la gran oportunidad de entretenerse mientras la camioneta da saltos y ellos se cuidan de no hacerse daño, gozando el momento…
“Nosotros somos Los Coraasaneros… un equipo de hombres y mujeres con una filosofía clara de luchar por proveer de agua potable a cada uno de los residentes en la zona Norte del país… Aquí hemos estado trabajando, monolíticamente, en ejecutar obras que son necesarias y, para ello, nos hemos concentrado –bajo la eficiente dirección del ingeniero Silvio Durán- en cinco grandes proyectos que, sin lugar a dudas, mejorarán el abastecimiento de ese preciado líquido por los próximos veinte años…”.
“¿Y de qué estamos hablando, señor? –cuestiona Píndaro- Porque usted saltó a la camioneta, se sentó al lado nuestro –sin conocernos- y ha empezado a hablar con una seguridad pasmosa…”… La respuesta no se hace esperar… “En el sector Vista Linda, de la Avenida Yapur Dumit, se está instalando un gigantesco tanque con capacidad para 2 millones, cien mil galones, cuyo costo anda por los 235 millones de pesos… ¡que no es un rulo!… “¿Y para qué tanta agua almacenada? –pregunta Herminio-… “Con eso Los Coraasaneros garantizamos el agua a siete de los más importantes barrios de Santiago en estos momentos –responde Darío, y agrega- A Gurabo, que tanto han sufrido por faltas intermitentes de agua, se le está construyendo un tanque que podrá almacenar un millón doscientos mil galones… Esto les va a suministrar agua y presión permanente, gracias a una nueva estación de bombeo y unos veinte mil setenta y cinco metros lineales de tuberías de diferentes diámetros en hierro dúctil y PVC.…¡A estas obras se les está haciendo una inversión de unos quinientos seis millones de pesos!”.
Sin que Píndaro y Herminio se den cuenta, la camioneta ha estado paseándoles por esas zonas de Santiago y, al pasar por el Barrio de Cienfuegos, Darío les comenta mientras señala con su dedo índice derecho: “Aquí se está construyendo una planta potabilizadora de veintitrés millones de galones diarios, y un tanque de almacenamiento del líquido para suplir a unas trescientas mil personas… Los Corasaaneros nos sentimos orgullosos de haberle asignado a este proyecto unos mil doscientos millones de pesos… Sin contar que también estamos rehabilitando el Sistema de Acueducto del Cibal Central, con el apoyo incondicional de la Agencia Francesa de Desarrollo, y su aporte de cuatrocientos cuarenta y siete millones de pesos…”.
“¡Eyyyy, Herminio –grita Píndaro mientras enfoca su vista a un letrerazo grandísimo que indica que están frente al proyecto Ciudad Juan Bosch, en La Canela-…¿Y qué busca Coraasan en esto?… ¡Aquí dice que se construirán 14,000 viviendas!”… “Ahhhh –interrumpe Darío- Es que aquí todos nosotros estamos comprometidos en dar el mejor uso posible a seiscientos millones de pesos en el Sistema de Agua Potable y Saneamiento”.
Píndaro y Herminio se han quedado con la boca abierta de par en par… Su asombro se deja ver libre y espontáneamente… Ambos, con una sonrisa en sus labios y una muestra colectiva de satisfacción, parecen estar ya celebrando lo que cada hombre y mujer Coraasanera están logrando, y exclaman: ¡Gracias Darío!… ¡Este empujón, que originalmente era para nadar en el río Yaque, ha sido un motivo más de orgullo como dominicano que somos!”.