Los “cuentos chinos” de Trump y Pompeo

Los “cuentos chinos” de Trump y Pompeo

Eduardo Klinger Pevida

Trump y Pompeo quizás tengan gran futuro publicando novelas al estilo Poe

En tanto compiten para ver a quién le crece más y más rápido la nariz – como le pasaba a Pinocho, el protagonista de un cuento infantil – Tanto Trump como Pompeo han desarrollado una vasta relación de “cuentos chinos”; quizás tengan gran futuro publicando novelas al estilo de Edgar Allan Poe, escritor estadounidense de relatos cortos. Según el diccionario de la Real Academia Española la expresión “cuento chino” se refiere a “embuste, es decir, una mentira disfrazada de artificios, una mentira ingeniosa, elaborada y adornada para resultar creíble”.

Su origen proviene, esencialmente, de dos fuentes; una tiene que ver con el famoso veneciano Marco Polo, persona muy respetada en China y que al regresar a su país, en momento convulso, fue encarcelado compartiendo celda con un escritor al que relató sus vivencias en China y este escribió un libro, “Los Viajes de marco Polo”, detallando tantas maravillas que no faltó quienes se refirieran, “incrédulos” al libro como “cuentos chinos”.

Otra versión, más trágica, se remonta a los españoles esclavistas en Cuba que sintiendo las presiones internacionales contra la esclavitud de africanos –la esclavitud se extendió en Cuba hasta 1886- para burlar la prohibición iban al sur de China y “contrataban” a chinos para trabajar en Cuba los que al llegar se encontraban que lo que habían firmado en español los obligaba a trabajar en condiciones de esclavitud. De ahí la expresión “cuento chino” lo que era reforzado con la frase “los engañaron como chinos de Cantón”. (En La Habana hay un cementerio chino).

La retahíla de acusaciones contra Beiging que elucubran el presidente Trump y su secretario de Estado Pompeo no tienen límites ni en variedad ni en ocurrencias más absurdas y ridículas. Según la pesadilla de cada noche elaboran una nueva imputación.

Ciertamente, son tantas y tan variadas que debieran provocar a pensar y racionalizarlas lo que, lamentablemente, una parte de la población estadounidense no hace, acostumbrada a digerir información sin procesarlas.

Por supuesto, en el mundo también hay una amplia gama de quienes creen lo que oyen, o no lo creen pero basta que lo diga EEUU para que lo acepten y dentro de estos hay ejemplares con sumisión innata que simplemente agachan la cabeza y exclaman “yes sir”. “Hay de todo en la viña del Señor”.

El binomio empezó atacando las relaciones comerciales, de ahí pasaron al desarrollo tecnológico chino y “amenazas a la seguridad” (de sus empresas); para trasladarse rápidamente a un tema predilecto –los derechos humanos- con el que evalúan a todo el mundo pero son incapaces de mirarse introspectivamente.

No conformes con su amplio arsenal empezaron a centrarse en el gobernante Partido Comunista y con regularidad se refieren a “los comunistas chinos” explotando la alergia que produce el término en EEUU; habiéndose anclado ahora en relacionar al PCC con el Partido soviético, quizás con la esperanza de avivar la expectativa de que, igual que aquel, el chino implotará, olvidando que el “socialismo chino”, en contraposición del soviético, es excepcionalmente exitoso.

Eso es lo que los espabila. ¿Creerán, en su atormentada imaginación, que el fallecido partido comunista norteamericano resurja desde sus cenizas y pretenda tomar el poder en Washington?

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