Los delfines y la peligrosa sangre nueva

Los delfines y la peligrosa sangre nueva

Eusebio Rivera Almodóvar

No puedo precisar quién ni como introdujo en nuestro argot político el término “delfín”, pero supongo que se basó en el hecho de que, aparte de ser el nombre del animal marino más inteligente del mundo, está definido en los diccionarios con la acepción “Título que recibía el primogénito del rey de Francia”, aunque pudo ser también que tomara en consideración las asombrosas habilidades de los delfines en sus interacciones con los humanos, sus atributos como guía de ballenas en los océanos y algunas famosas leyendas que han conmovido a muchísimo público.
Lo cierto es que aquí, cuando estuvo en su apogeo el debate sobre si el presidente Danilo Medina se repostularía o escogería un “delfín”, a los posibles candidatos se les atribuía incondicionalidad ante el gobernante o vocación de sucesor títere para que él siguiera siendo el poder detrás del trono.
El mismo presidente admitió que estimuló a siete de sus acólitos a promocionarse como potenciales sustitutos suyos que, en la actualidad, podrían ser individualmente o en conjunto la muralla o “sangre nueva” para detener al “compañero opositor” ex presidente Leonel Fernández, quien indirectamente ha sido estigmatizado como “sangre vieja” luego del discurso del Presidente Medina.
Los delfines pondrán a prueba sus fortalezas estructurales y simpatías en la pre-campaña, pero tendrán que competir adicionalmente con un par de dueños de bancos de sangre contaminada, que quieren vender como nueva, representados por unos lentes oscuros (Quique Antún) y una retahíla de chistes trasnochados (Hipólito Mejía) proponiendo modificaciones a la Constitución, mezclando propuestas mansas con cimarronas, dando un pasito para adelante y dos saltos para atrás.

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