Los demócratas se esfuerzan en
aparentar que frenan al presidente

Los demócratas se esfuerzan en<BR>aparentar que frenan al presidente

POR EDWARD LUCE
En Washington

La Cámara de Representantes conmemorará esta semana el cuarto aniversario d la invasión a Irak con su intento más significativo desde la era de Vietnam para frenar la capacidad de un presidente de Estados Unidos de continuar la guerra.

Sin embargo, aún entonces, los planes de la mayoría demócrata de atar lazos al pedido de fondos de George W. Bush por US$100 millardos para las tropas en Irak y Afganistán es poco probable que tenga algún impacto en el terreno.

Las condiciones de la legislatura requerirían que las fuerzas de EEUU emprendieran la retirada este año, a menos que el gobierno de Irak cumpla con las metas que estableció Bush cuando anunció el controvertido incremento de 21,500 efectivos en enero.

Sin embargo, las condiciones solo se pondrían en marcha si también fueran aprobadas en el Senado, donde la mayoría demócrata de 51-49 es demasiado estrecha para alcanzar la “super-mayoría” de más de 60 votos que se necesitarían para superar una imposición republicana.

El jueves, una propuesta demócrata similar fue derrotada 50-48 en el Senado.

Además, el señor Bush, que está impaciente con las maniobras contrarias a la guerra en el Capitolio, a pesar de su deseo declarado de hacer labor bipartidaria, ha dejado caer indicios obvios de que ignoraría cualquier intento por atarle las manos.

Ha emitido más “signing orders” –declaraciones que excluyen a la Casa Blanca de elementos de la legislación que el encuentre objetables– que cualquiera de sus predecesores. Los aliados republicanos de Bush dicen que el Congreso no tiene autoridad constitucional para “micro-administrar” una guerra.

“Lo que apruebe la Cámara de Representantes esta semana o la próxima es poco probable que tenga un efecto práctico en la guerra”, dijo Michael O¨Hanlon, en Brookings Institution, en Washington. “El resultado más probable es que el Congreso tome acciones mucho más fuertes más avanzado el año, etapa en la cual estará claro si el incremento en las tropas está funcionando o no”.

Un grupo de demòcratas centristas han expresado preocupaciones, y Nancy Pelosi, la presidente de la Cámara ha dicho que cualquier intento por precipitar una retirada de las fuerzas de EEUU de Irak podría desatar la guerra civil y cargarle a los demócratas las consecuencias políticas en los preparativos de las elecciones presidenciales de 2008.

Pero, el liderazgo demócrata cree que la victoria de su partido en las elecciones para el Congreso de noviembre pasado estuvo impulsada por la impaciencia de los electores con la guerra de Irak. Unos dos tercios de los estadounidenses le dicen a los encuestadores que ellos creen que EEUU está perdiendo.

Además está la presión de las bases liberales sobre los candidatos presidenciales demócratas, como Hillary Clinton y Barack Obama para que agudicen su oposición a la guerra y fijen fechas para la retirada de las topas. Ambos candidatos han cumplido con grados diversos.

Nuevos pertrechos inesperados para el movimiento anti-bélico fueron aportados las emana pasada por el Pentágono y al agresivo halcón, el ex- embajador de EEUU en la ONU, John Bolton, quienes admitieron que Irak está en un estado de “guerra civil”. Bush se ha resistido por largo tiempo a calificar así el conflicto en Irak, que ahora ya ha cobrado la vida de casi 3,200 estadounidenses y ha dejado a 25,000 con graves heridas.

“Los demócratas se enfrentan a un grave dilema”, dijo un alto estratega demócrata. “Tenemos que demostrar que estamos haciendo algo para frenar a Bush en relación con Irak. Pero no podemos correr el riesgo de declarar que hemos perdido en Irak, sin recordarle a los electores la era de Vietnam, que no costó muy caro. Es un equilibrio muy delicado”.

Mientras tanto, los funcionarios dicen que hay señales de que las operaciones militares intensivas “clear and hold” –limpiar y mantener– de EEUU en Bagdad estén teniendo efecto. También apuntan a los avances del gobierno de Irak para cumplir sus metas de resultados, que incluyen el trabajo de compartir el poder entre las regiones iraquíes y la distribución de los ingresos por el petróleo.

Sin embargo, Washington sigue estando tan escéptico como siempre, de que la estrategia, a la larga, tenga éxito. Con la excepción de John McCain, un rival presidencial, que ha enganchado su vagón a los destinos de Bush en la guerra de Irak, el respaldo republicano para el presidente es más por deber que por entusiasmo.

“La mayoría cree que las milicias sectarias están agachando la cabeza por ahora”, dijo un analista del Oriente Medio. “Pocas personas creen que la lógica básica de la guerra en Irak haya cambiado”.

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