Los deportes

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BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
En la escuela donde no se enseñan y practican los deportes, hay dos fallas fundamentales: los jóvenes no aprenden que deben ejercitarse para ser más sanos y tampoco la importante y democrática enseñanza de que para celebrar la victoria hay que prepararse para ser el mejor y saber aceptar la derrota.

Los deportes, no su práctica, son un negocio de entrenadores, dirigentes, federados, olímpicos y periodistas del área.

Recientemente un francomacorisano trotó desde Santo Domingo a San Francisco de Macorís, más de 140 kilómetros sin detenerse, y ningún periódico dedicó un titular de primera página o destacó la noticia como la principal en sus páginas dedicadas al deporte.

Si es una gran hazaña trotar y ganar la carrera de Maratón, que sólo son 42 kilómetros, ¿no es una hazaña triple correr más de 140 kilómetros sin parar?

¿A qué se debe ese desprecio, ese postergar la noticia? A que, al parecer, no tenía patrocinio de alguna casa comercial o industrial importante y, por tanto, no había ganancias para los panegiristas y sus compinches.

Ahora que se compite en los juegos nacionales de Monte Plata no he visto en la prensa el aporte del gobierno encabezado por Hipólito Mejía en obras de infraestructura. Eso no. Generosidad y reconocimiento ¿sin cobrar?

En unos juegos nacionales gana mucha gente que no es deportista y cobra antes de las competencias: los que conceden las obras, los ingenieros y/o contratistas, las autoridades provinciales, dirigentes de federaciones y olímpicos, encargados de cocina, cronistas deportivos quienes con sus comentarios, envenenados o almibarados, contribuyen a dirigir el rumbo para su beneficio personal.

Al final, para que llenen de colorido, ambición, espíritu deportivo, para que haya una refrescante competencia entre el músculo, la habilidad y la inteligencia, se enfrentan unos cientos de jóvenes de distintos pueblos que confraternizan, luchan, compiten, por una o dos semanas. Después, las instalaciones duermen el sueño eterno, porque el país carece de lo más importante: el deporte en la escuela.

Si no recuerdo mal, Ruddy Hernández, un santiaguero nacido o criado en Nueva York, se convirtió en el primer pelotero dominicano en jugar en Grandes Ligas, si no fue así, fue Osvaldo Virgil. De todos modos, era una gran cosa y todos nos sentíamos muy orgullosos de eso.

Hernández y Virgil, eran herederos de Tetelo Vargas, Horacio Martínez, Pepe y Guigui Lucas, los hermanos Báez, Loro Escalante y otros peloteros estrellas que por su color o por falta de entrenadores adecuados no pudieron jugar en la llamada Gran Carpa.

Las grandes ligas de béisbol de los Estados Unidos están llenas de dominicanos porque alguien tuvo la feliz ocurrencia de sembrar campos de entrenamiento para beisbolistas, en vez de la caña que dejamos morir en San Pedro de Macorís y sus cruces.

En los juegos deportivos de Monte Plata van a elegir la sede de los próximos juegos nacionales. Este país no tiene recursos para que se inviertan miles de millones de pesos en instalaciones deportivas que no se van a usar adecuadamente.

La mejor inversión es la que se hace en el deporte escolar, para que niños y jóvenes aprendan a competir en buena lid.

El desarrollo del deporte escolar producirá más atletas de calidad que la celebración cada dos o cuatro años de unos lujosos juegos deportivos que este país no está en condiciones de pagar, salvo que no sea para beneficio de dos o tres vivos. 

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