Los derechos de las mujeres en Costa  Rica

Los derechos de las mujeres en Costa  Rica

Como invitado de honor por el  Consejo Nacional de Mujeres Incorporado de la República Dominicana,   el embajador de Costa Rica en el país, José Rafael Torres Castro, dictó la conferencia titulada “Los derechos de las mujeres en Costa Rica: historia de actualidad”.

 Esta actividad tuvo como escenario el salón Azul del Club Naco, donde integrantes de la directiva del Consejo de Mujeres, encabezadas por su presidenta, Emma Valois Vidal, escucharon la ponencia del embajador costarricense.

Previo a la conferencia,  la  vicepresidenta del Consejo de Mujeres, María Cristina de Farías, hizo una oración por la paz, acto religioso después del cual Emma Valois pronunció el discurso de apertura.

  Tras las palabras de la presidenta del Consejo, Maricris Farías Mere, directora  vocal, presentó una semblanza del embajador de Costa Rica.

Torres Castro expresó que aunque no es experto en la materia de violencia doméstica, pensiones y derecho de familia, su sensibilidad como ciudadano le hacen interesarse profundamente en el tema del desarrollo de defensa de los derechos de las mujeres, convirtiéndose en un defensor de la causa.

   “Sobre este particular, observo con recelo cómo la creación de jurisprudencia y de institucionalidad, así como la transparencia de recursos para fortalecer y proteger el sistema de defensa de los derechos de las mujeres, se convierten -todos- en acciones  inútiles, porque no se les hace acompañar de un trabajo que apunte  a la modificación  de patrones socioculturales de comportamientos discriminatorios, los cuales  van en desmedro de los objetivos positivos inherentes a las iniciativas que menciono, ya que lamentablemente tales patrones se encuentran instalados en las estructuras de muchas de nuestras sociedades”.

Dijo que “la invisibilización histórica de la mujer, y con ello el atropello frecuente de sus derechos, son el reflejo de una sociedad enferma de machismo que solo puede  comportarse de manera disfuncional, lo cual acarrea consecuencias negativas no únicamente para la integridad física y emocional de su población femenina, sino para el funcionamiento de todas sus estructuras sociales, políticas y  económicas”.

El diplomático trajo a colación un informe de las Naciones Unidas que cita que el ejercicio de la democracia “implica la libertad del sujeto,  y si las mujeres no cuentan  con autonomía, difícilmente pueden hacer visible su identidad en el espacio público, y muchos menos incorporar sus temas e intereses, o liderar acciones en ese sentido”. Se preguntó “por qué la participación y representación  política de las mujeres en condiciones de igualdad y no discriminación, remiten a la calidad de la democracia del sistema político, y del papel del Estado y sus instituciones como responsable de generar los mecanismos legales y de políticas públicas que conduzcan a una igualdad de oportunidades, de sus accesos y resultados?”.

 El debate democrático actual gira en torno a la deficiencia demostrada de los Estados para gestionar y asegurar plenamente la representación de los intereses de todos los ciudadanos, así como para atender las necesidades de la sociedad heterogénea. Sin embargo, se reconocen los esfuerzos para neutralizar las expresiones históricas estructurales de desigualdad y de discriminación.

Uno de los aspectos centrales en discusión  se relaciona con el goce y el ejercicio pleno de derechos, partiendo de la premisa de que la diferencia no debe suponer desigualdad.

 Torres Castro dijo que sobre este mismo tema  el Instituto Nacional de las Mujeres de Costa Rica ha señalado  que las formas históricas en que vive la ciudadanía son distintas y diferenciadas para hombres y para mujeres, y que los derechos, aunque aparentemente iguales, no valen lo mismo. Las razones para sostener tal afirmación  son de carácter  sociogenérico y se refieren directamente  a las formas de construcción social de las identidades masculinas y femeninas fundadas en condiciones de discriminación, desigualdad y exclusión hacia las mujeres. Explicó “las formas en que se construye, se vive y se ejerce la ciudadanía, son distintas para hombres y mujeres, porque hombres y mujeres son construidos socialmente, es decir, en sus hogares, en las instituciones, por medios de comunicación, por el lenguaje, de manera distinta, diferenciada y desigual, porque las sociedades están estructuradas de manera diferenciada, desigual y discriminatoria, dependiendo de los género.

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