Los derechos de las mujeres retroceden
bajo la violencia endémica en Irak

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Por Michaela Cancela-Kieffer
BAGDAD, 8 Mar 2007 (AFP) – La vida de las mujeres iraquíes, cada vez más difícil desde finales de los años 80, empeora si cabe bajo el efecto de la guerra civil, que recorta sus libertades y derechos a la sanidad y a la educación.
  

En su consulta de paredes desnudas en el centro de Bagdad, una ginecóloga de 55 años que no quiere dar su verdadero nombre y prefiere aparecer como Fátima, toma a diario el pulso a las iraquíes que acuden a verla.
  

«A menudo, sólo tienen problemas psicológicos. Hablan de un marido asesinado o cuentan que las han expulsado del barrio», afirma esta médico.
  

La situación de la mujer en Irak ¿se deteriora? «Akid, akid, akid» (absolutamente), responde en la oscuridad, tras un enésimo corte de electricidad.
  

«Las mujeres embarazadas ya no pueden acudir al hospital en plena noche. Cada vez son más las que mueren durante el parto, igual que los bebés», asegura, al tiempo que se disculpa por no contar con estadísticas.
  

Según Naciones Unidas, el índice de mortalidad maternal se duplicó entre 1989 y 2001 bajo el efecto del embargo internacional contra el régimen de Saddam Hussein, que empobreció al sistema de sanidad.
  

Desde entonces, según la doctora, las mujeres sunitas de Bagdad temen cada vez más acudir a los hospitales dominados por los chiitas y optan a menudo por quedarse en casa, poniendo en peligro su salud.
  

La ginecóloga también examina a mujeres víctimas »colaterales» de la guerra.
  

Fátima relata que unas sufren abortos por traumatismos relacionados con la muerte de un allegado. Otras tienen problemas de fertilidad, mientras que «sólo las que tienen dinero pueden viajar a Jordania para someterse a un tratamiento».
  

Layla al Aljafaji, parlamentaria de la Alianza Unificada Chiita, en el poder en Irak, reconoce que la situación ha empeorado.
  

«Así como para el conjunto de la sociedad, la situación de las mujeres es difícil», explica.
  

El temor por su seguridad lleva por ejemplo a un retroceso en el campo educativo: «Algunas familias impiden a sus hijas ir a la escuela, no porque sean contrarias a la educación, sino porque tienen miedo», lamenta esta diputada.
  

Según la ONU, el analfabetismo alcanza el 75,5% entre las mujeres iraquíes, frente al 44% entre los hombres.
  

«Las libertades se recortan cada vez más debido a la inseguridad», agrega Aljafaji, al explicar que ella misma ha renunciado a conducir su propio vehículo y se viste con una »abbaya» (vestido tradicional largo) y un pañuelo negro para pasar desapercibida entre la multitud, como muchas otras habitantes de Bagdad.
  

Esta parlamentaria señala con el dedo a los extremistas sunitas que ponen bombas y secuestran mujeres, mientras que Fátima denuncia a las milicias chiitas, acusadas por algunas ONG de perpetrar violaciones con toda impunidad.
  

Al acoso de los extremistas se suma la miseria de las viudas de la guerra, «rechazadas» por la sociedad porque ya han estado casadas.
  

Además, pocos son quienes pueden asistir a las mujeres en Irak, ya que las organizaciones que defienden sus derechos son escasas: las ONG internacionales salieron del país y muchas asociaciones locales cerraron sus puertas.

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