Los derrames cerebrales, los ACV

Los derrames cerebrales, los ACV

Jose A. Silié Ruiz

¿Qué es el “derrame cerebral”? En neurología son los accidentes cerebro-vasculares, respecto de los cuales trataremos de ser explícitos en su descripción. Uno de los aspectos de importancia en el manejo de los eventos vasculares hemorrágicos e isquémicos, tanto cerebrales como cardíacos, es el de tratar de unificar la definición de lo que en inglés se llama «stroke», pero que en la mayoría de nuestros países lo reconocemos a nivel popular como «derrames».

En verdad hay dos tipos de eventos, los más graves son en los que hay sangrado en el cerebro, que puede estar dentro del cerebro mismo, la llamada Hemorragia Intraparenquimatosa, donde pequeñas arterias perforantes son las que generalmente lo producen. O el sangrado estar fuera del tejido neuronal, alrededor del cerebro en los espacios meníngeos, la llamada Hemorragia Subaracnoidea, secundaria esta última a la ruptura de un vaso de importancia, sea por aneurisma o por vasos malformados. Como vemos, la sabiduría popular tiene gran razón en llamar a este tipo de evento como “derrames”.

También en el cerebro se producen los infartos, que son por falta de sangre en el tejido neuronal, hay un taponamiento temporal o definitivo del vaso por un trombo o una embolia. Son ictus con menos mortalidad, pero con iguales posibilidades de secuelas negativas. Los infartos, más bien las isquemias pueden ser tanto transitorias como definitivas. En estos casos usamos los antiagregantes plaquetarios. Los síntomas son muy variados y van desde debilidad unilateral, cefaleas, visión borrosa, vértigos, ataxia, alteración del habla, calambres, etc.

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A uno y otro proceso, sea hemorrágico o infarto, los llamamos accidentes cerebro vasculares (ACV). En los dos hay un alto riesgo para la salud de ese órgano rector llamado cerebro. Estos eventos, representan en los países desarrollados la tercera causa de muerte, luego de las enfermedades cardíacas y el cáncer. Como más de un tercio de ellos acontecen antes de los 65 años con gran incapacidad permanente, todavía la persona en capacidad laboral, los hacen muy dolorosos y lo peor es que se acompañan de una alta mortalidad en los siguientes 5 años después del primer evento. Se considera que los ACV constituyen la primera causa de discapacidad grave, pues un 90% sufre estas secuelas y se considera que un 30% quedará inhabilitado para realizar sus labores cotidianas.

Los factores de riesgos de padecer uno de estos eventos son unos modificables y otros no. Entre los que no podemos cambiar están: la edad, la etnia (más en los negros), el sexo (más en el hombre), los factores hereditarios y el nivel sociocultural. En cambio, hay otros de estos factores que sí podemos, con un poco de atención y siguiendo los consejos médicos. La más importante y peligrosa, común a ambas formas de ictus es la hipertensión arterial, luego las cardiopatías, el tabaquismo, las grasas en sangre (colesterol y triglicéridos), la diabetes, homocisteina elevada, estados protrombóticos, el exceso de alcohol, sedentarismo, obesidad, estrés severo, etc.

Como vemos hay factores que sí podemos controlarlos, el simple hecho de fiscalizar nuestros niveles tensionales, de hacer un poco de ejercicios diariamente, alimentarnos adecuadamente, con un control médico periódico, son medidas simples para evitar estos eventos deletéreos que o nos dejan ciegos, o sin poder comunicarnos (afásicos), hemipléjicos o monoplejicos, con potencialidad de invalidarnos y demenciarnos. ¡Cuidémonos pues!, la prevención es mucho más económica que la curación.