Los desafíos de Leonel

Los desafíos de Leonel

[b]Señor director:[/b]

New York.- Fue sumamente interesante apreciar el entusiasmo que manifestó una gran parte del pueblo dominicano ante el triunfo que logró conseguir el doctor Leonel Fernandez Reyna en las elecciones del diesicéis de mayo pasado.

Aquí en Estados Unidos los teléfonos de los dominicanos residentes en los diferentes estados no dejaron de sonar. Las felicitaciones corrian de un lugar a otro con mucho entusiasmo y alegría.

Era muy común ver como algunas calles newyorquinas parecieron convertirse en nichos quisqueyanos con la congregación de cantidades de criollos para celebrar sin importarle que al otro día había que trabajar y que la noche avanzaba. Lo mismo ocurrió en muchos hogares.

Una llamada recibida desde Santo Domingo indicaba que allá «parecía que había llegado el ano nuevo».

Sin lugar a dudas que todo este desborde de entusiasmo apunta a algo muy claro: las grandes expectativas que tienen los dominicanos en la gestión que habrá de encabezar a partir del 16 de agosto Leonel Fernandez. Y la magnitud de la misma guarda una relación muy estrecha con el deterioro de la calidad de vida que ha experimentado un gran grueso de la población.

Sin embargo, a diferencia del 1996, Fernández no va asumir un gobierno contando con una plataforma económica saludable ni con un cuadro internacional favorable.

El combustible, que tanta incidencia tiene en la economía de una nación como la nuestra, tiene unos precios elevadisimo y sin visos de dar tregua. Aquí mismo en Estados Unidos los ciudadanos están pegando el grito al cielo.

La economía norteamericana todavía sigue sufriendo los embates de las amenazas terroristas, elemento que afecta sensiblemente al turismo y la inversión de capitales foráneos en nuestro país.

Dentro del plano interno, los precios de los productos de primera necesidad son inalcanzables para una población con un per capita anual de menos de dos mil dólares.

Cuando el Partido de la Liberación Dominicana fue gobierno, el monto de la deuda externa llegaba apenas a los tres mil millones de dólares. Hoy su monto llega casi a los ocho mil millones. El dólar, cuya tasa oscilaba en 17 por uno cuando Ferndandez entregó el poder, hoy no baja de los 45 por uno, frisándose en 50 por uno en algunos momentos.

Lo mismo ocurre con el desempleo. Cuando empezaron a dispararse los precios y el valor del dólar, fueron muchos los padres de familia que perdieron sus puestos de trabajo. Su número se estima en más de medio millón.

Al hueco de los dos mil millones de dólares que han dejado la quiebra de algunos bancos, hay que sumarle la salida de otros dos mil millones que sacaron los inversionistas extranjeros.

Cuando el doctor Joaquín Balaguer le entregó a Fernandez el mando en el 96, le dijo que le entregaba el avión listo para despegar. Pero en esta ocasión, está claro que lo que le van a entregar es un cueco viejo y destartalado. Su primera tarea y su tiempo deberá invertirlo en reparar todo este desastre para poder, luego, emprender un despegue hacia el crecimiento y desarrollo de la nación. Y así poder mejorar la condición de vida de los dominicanos.

No obstante, esto es algo que hay que hacer con mucha destreza y, hasta, rapidez dada el gran cúmulo de expectativas que tiene la gente por lo desesperante que resulta ser su situación en estos momentos.

Sin importar cómo se encuentran las arcas del Estado, ya las voces empiezan a levantarse pidiendo que se hagan cosas, tales como un aumento general de salarios.

Es que los ciudadanos esperan un cambio. Ellos desean que les bajen los precios de los alimentos, de dólar, de la medicina, del transporte, de la energía eléctrica, del agua y que, de igual manera, haya fuente de trabajo, que cesen los apaganoes y que revitalicen la capacidad adquisitiva del peso dominicano y de los salarios.

Más aún, Fernández deberá lidiar con el enconamiento que ha generado el sufrimiento tan terrible al que han sido sometido los dominicanos durante esta última gestión. El pueblo no sólo atribuye su mal a la incapacidad, percibe algo más. Por lo tanto desea que se haga justicia contra gente que se ha llenado los bolsillos de mucho dinero con todas estas desgracias.

Atentamente,

Samuel Santana

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