Los desafíos que enfrenta la economía de Unión Europea

Los desafíos que enfrenta la economía de Unión Europea

No está mal hasta ahora, pero sigue habiendo una gran agenda de reformas

Comentario Editorial
Es difícil imaginar la vida en estos tiempos en Europa sin la Unión Europea. Mientras que no estamos piadosamente en una posición para iniciar un experimento contrario a los hechos de ese tipo, es justo decir que el desarrollo económico de Europa de otra forma hubiera avanzado más lentamente. No habría una política única de competencia, un mercado único, ni una moneda única. Habría menos comercio entre los países europeos, y más inestabilidad económica. España e Irlanda probablemente no habrían alcanzado sus espectaculares transformaciones económicas, y sin la UE, a muchos países de Europa central y oriental les habría resultado más difícil manejar la transición después del fracaso del comunismo.

Para la mayoría de los estados miembros, la UE actuó como una fuerza armonizadora y a la vez liberadora. El efecto combinado de la ampliación de la UE, el mercado único y la política común de transporte ha producido un alto nivel de integración comercial que de lo contrario habría tomado más tiempo en producirse. Hoy, una de las imágenes que más sorprende de la integración europea es ver las carreteras llenas de camiones de países como Rumania y Lituania. La liberalización de los viajes aéreos quizás haya contribuido más que cualquier otra política a acercar a los pueblos de Europa.

Es demasiado temprano para medir el impacto de la unión monetaria y económica. Ya existen algunas pruebas de que pueden haber llevado a un incremento en el comercio entre los países que lo adoptaron. Y ciertamente, ha traído un nivel más alto de estabilidad macroeconómica a varios de sus miembros.

Si, por lo tanto, uno mira a la UE por un periodo tan largo, es difícil evitar celebrarlo como una de las grandes historias con final feliz del desarrollo económico mediante una soberanía compartida y las instituciones comunes, a pesar de sus inconvenientes bien documentados.

Para tener éxito durante los próximos 50 años, la UE tiene que completar lo que ya empezó en el medio siglo pasado. Esto suena como una agenda que está deficiente en ambiciones, en tiempos en que las economías europeas están realmente empequeñecidas en tamaño frente a las de China y la India, y pronto lo estarán ante las de Brasil y Rusia. Sin embargo, el éxito económico no debe definirse en términos de la competitividad de Europa contra EEUU, como era en el pasado, sino en los términos de las necesidades propias de Europa. En particular, la UE va a necesitar un estrategia claramente definida para elevar la productividad. Europa sigue siendo un rezagado global, como han demostrado claramente los sondeos sobre productividad más recientes. Aumentar el nivel de crecimiento de la productividad es lo que la política económica debería asumir primero y como problema principal.

La recomendación política más importante para Europa es completar el Mercado único. Actualmente se extiende a la mayoría de las categorías de productos. La liberalización de servicios ha estado caminando a un paso desesperadamente lento, al igual que la integración financiera. Las ganancias del potencial económico a largo plazo de un mercado liberal único siguen siendo enormes, y todavía en gran medida sin explotar.

El Segundo reto es completar la unión económica y monetaria. Esto incluye la ampliación de la eurozona hasta esos países dispuestos y capaces de adoptar el euro, y mejorar las políticas económicas que lo hagan exitoso. El obstáculo mayor a la movilidad laboral en la Unión Europea, no es el lenguaje, sino la falta el traslado de los planes nacionales de seguros –pensiones, salud y desempleo. Y hay que arreglar otras tantas brechas.

El pacto de estabilidad y crecimiento de la eurozona quizás no sea tan limitante como algunos economistas han estado temiendo, pero casi seguramente tienen que ser reemplazado por un esquema fiscal más coherente en algún momento futuro. Mientras la política económica se mantenga como la prerrogativa de los gobiernos nacionales, las políticas actuales generan factores externos que no son óptimos para la eurozona en general. La cuestión, también, tendrá que ser asumida como parte de un debate más amplio sobre la gobernabilidad económica. En algún punto, durante los próximos 50 años, la eurozona tendrá que decidirse por quién está a cargo de la política cambiaria o quién la representa en las organizaciones internacionales.

El tercer reto es preparar a los ciudadanos de la eurozona para la vida en una era de cambio global rápido. Esto requiere una actitud mucho más positiva hacia la globalización y el papel de Europa en un mundo globalizado, en contraste con la narrativa de introspección que todavía predican algunos de los líderes políticos de Europa. Europa necesita mejorar la calidad de sus universidades y ofrecer perspectivas económicas nuevas a los que han sido, o serán desplazados por un influjo siempre creciente de trabajadores inmigrantes. El sistema educacional actual le ha estado fallando a demasiadas personas.

No hay, desde un punto de vista realista, un sistema de políticas que la UE pudiera adoptar para convertirla en la economía más competitiva del mundo, algo que se declaró oficialmente como el objetivo de la Agenda de Lisboa de la UE en 2000. En la actualidad, la UE es la economía más grande del mundo, una posición que con toda seguridad va a perder durante los próximos 50 años debido al ascenso de China y la India. El tamaño, en este caso, realmente no es importante. Pero lo que sí importaría enormemente es que la UE llegara a carecer tanto de ambición y propósitos que cayera un descenso elegante. El registro del último medio siglo demuestra que la UE podría hacerlo mucho mejor.

VERSION IVAN PEREZ CARRION

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