Estaba a punto de clausurarse el VIII Congreso de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP). Además, se inauguraba, de inmediato, un encuentro de periodistas españoles y latinoamericanos.
Fidel no estaba bien informado de pormenores de los eventos. Se sentía inquieto, pero deseoso y decidido a participar.
Ni siquiera Tubal, presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (CPEC), le pudo explicar “cómo habían trabajado”. Sabían del tema central; mas, no conocían pormenores de los asuntos tratados. De todas maneras, estuvo a tiempo en la emblemática Aula Magna de la Universidad de La Habana: 7:30 p.m. de aquella fecha.
El comandante apuntó, en la parte inicial de su participación improvisada:
“Yo comprendo bien lo difícil que es ser periodista en un país socialista, digamos, en nuestro propio país, en que los medios, o los órganos de difusión no son propiedad de nadie, son propiedad, no voy a decir del Estado, es una institución cada vez más calumniada -; nosotros concebimos que la propiedad de estos medios es una propiedad del pueblo”…
“Hay muchos sueños en el marxismo y, no estoy dando aquí una conferencia sobre marxismo [… Hay diferencias entre los sueños y las utopías…]
“Martí dijo una vez que los sueños de hoy serán las realidades de mañana. Entonces, [… hay que empezar creando utopías…]
Todo parte de la fe, “la fe en el hombre, y si existe la fe en el hombre, se tiene la convicción de que no existen sueños ni utopías que no puedan realizarse”.
Castro ha explicado “la satisfacción y el aliento que dejó un Congreso de la Unión de periodistas de Cuba”. Dice que duró varios días más de lo programado y cada sesión se prolongaba hasta la madrugada; la última sesión concluyó a las 8:30 de la mañana siguiente. [… discutiendo, hablando sobre nuestros problemas, analizándolos con profundidad y espíritu crítico…].
Continúa: “Cierto que nuestra difícil situación se agravó por el uso no óptimo de los recursos de los medios de comunicación en nuestra batalla con el imperialismo […] objetivo fundamental de la Revolución, luchar por la justicia social y humana…]”.
“En esos días, repito, discutimos las enormes posibilidades de los medios de comunicación en una revolución y en un estado socialista revolucionario”. Agrega que en esa ocasión tomaron más conciencia de que lo más importante en la batalla era la lucha de nuestro país, y la lucha de nuestros comunicadores se convertía en una batalla por el mundo…]
Se regocijaba el comandante de aquel estímulo que los llevó a crear, entre otras cosas, las brigadas de periodistas que “fueron a reportar lo que hacían nuestros médicos en los lugares más recónditos en los países centroamericanos y del Caribe. Allí surgió esa idea que tuvo un valor enorme a mantener la comunicación entre nuestro pueblo y aquellos médicos; entre los médicos y los familiares [… ayudó a fortalecer el espíritu de aquellos hombres que estaban haciendo un trabajo heroico, en lugares donde a veces había que comunicar tres y cuatro días por un sendero pantanoso para llegar a una remota comunidad donde no había agua potable ni electricidad, y a veces ni un radio.