Los Desorientados, una novela de AMIN MAALOUF

Los Desorientados, una novela de  AMIN   MAALOUF

En Los Desorientados el autor nos cuenta la juventud libanesa compartiendo recuerdos y sueños, desilusiones de un grupo de amigos cuyos acontecimientos colectivos e individuales han separado, en un país del Oriente levantino que adivinamos a pesar de que nunca está mencionado por el autor. Es obvio que es el Líbano, pues todo nos lo indica en los ambientes geográficos y sociales. La sensoriedad de la pluma de Maalouf nos invita a sentir todos los perfumes de las alturas de los montes del Mediterráneo oriental, con el olor del cedro entremezclado con las esencias de los pinos.
El autor ofrece todas las emanaciones de la naturaleza y de las emociones con pudor sin hablar frontalmente del país donde nació y que como su personaje Adan tuvo que abandonar, optante por un autoexilio a Francia como consecuencia de la guerra, presente como un decorado evocado con la reiteración de las tragedias griegas.
En esta novela, Maalouf opta por la evocación de las repercusiones existenciales de un grupo de jóvenes estudiantes de principios de los años 70: Adan, Bilal, Semiranis Mouras, Tania, Albert, Naim, Ramez y Ramiz.
Todos eran estudiantes de la universidad y formaban el círculo de los bizantinos, eran jóvenes contemporáneos con la mentalidad de los tiempos y de los enfrentamientos ideológicos entre marxistas, librepensadores, anarquistas, existencialistas, todos en un diálogo abierto de diversidad de pensamiento y religión.
Nos conmueve verles con un vaso en la mano, intentar rehacer el mundo, desde una terraza de una casa familiar mientras sonaba el eco de los enfrentamientos de los clanes ideológicos …
Así fueron los jóvenes de esta generación camusianos, sartrianos. volterianos, pensando como los héroes de Balzac y de Víctor Hugo, con romanticismo y pasión, amor y compasión.
Los protagonistas de esta historia nunca contaron con la tragedia de la guerra que obliga a tomar un campo o exiliarse como Adan o Naim o tomar las armas como Bilal o quedarse hasta comprometerse como Mourad o Tania.
Es la muerte inminente de su examigo Mourad que va a hacer viajar a Adan al Líbano después de veinticinco años de ausencia. Los dos tienen que aclarar en este encuentro lo que les ha separado. Adan cede al llamado de las últimas voluntades del compañero agonizante, pero, soberbia o caprichos del destino o sentencia del absurdo, será demasiado tarde para despedirse del camarada, pues el camarada muere un día antes de su llegada…
Por encima de las circunstancias absurdas de la vida Adan decide quedarse algunos días, y convoca la banda de la universidad como pedido por la viuda. Ahí el autor utiliza esta estrategia narrativa para poner el diálogo el presente con el pasado, en una sinfonía de voces, memorias, historias y vidas donde cada personaje expresa el sentido y las consecuencias existenciales en el proceso de sus vidas, hechas, forjadas, reinventadas, frente y como respuesta a la guerra.
Adan se queda en el hotel de la bella Semiranis, en el valle de pinos de Alep y es ahí donde entramos en otro nivel novelístico, en el mundo de la alegría carnal y del sentimiento de la tierra natal, en la dulzura del vivir oriental. Este amor otorgado inesperadamente por el reencuentro viene a recuperar el tiempo en medio de un duelo, donde se entierra a un amigo pero también a un pasado compartido y un presente fraccionado.
Todas las reminiscencias de la felicidad ahí están pero también los reproches de aquellos que condenan a los exiliados y se convierten en extranjeros y ajenos en las miras de los nativos, condenados por los que se han quedado haciendo la guerra para salvar la patria…
El autor sublimiza el tema doloroso del exilio, que obliga al emigrante a mirar el mundo bajo dos lados diferentes sin pertenecer a ninguno.
El dilema se mantiene firme y hace surgir la pregunta… ¿quien tiene razón? Aquellos que se fueron guardando sus manos limpias o aquellos que han defendido sus tierras, sus raíces al precio del compromiso podrido con el invasor…
Dos compromisos distintos que van a edificar vidas diferentes… Como entonces reanudar las amistades y perdonar las traiciones… Nada de esto es sencillo pues el abandono del país natal se hizo por fidelidad a los valores. Para otros es la fidelidad al país que impuso la traición de esos mismos valores.
El autor no juzga ni cae en el maniqueísmo pues la complicidad de la sociedad levantina de oriente no permite tales simplificaciones.
Los desorientados son Adan, historiador en París; Naim, periodista en Brasil; Albert, consejero del Pentágono en Estados Unidos. Todos tienen aparentemente vidas tranquilas muy lejos de los tormentos interiores.
Ellos, los exiliados, se escondieron en el subconsciente.
Sus compatriotas que se quedaron en el país han tenido grandes éxitos económicos, igual que Mourad, el camarada que se benefició de la corrupción antes de morir.
Ramez y Ramsés han construido palacios a los millonarios en los ricos emiratos del Golfo, respondiendo al auge del petróleo, cayendo en el torbellino de la maquinaria de hacer fortunas… Pero uno se hará monje y se retirara del mundo… en un apacible y digno convento en los montes del supuesto y entendido Líbano donde desde la madrugada se oyen las oraciones y los cantos maronites de los católicos ortodoxos de Oriente,
Semiranis, la bella, la musa , siendo también una mujer independiente que defendió su libertad con celos se afirma por encima de la pérdida de su primer amor, muerto en el combate y le regala a Adan la felicidad perdida de su juventud, tienen una pasión medida en el espacio y el tiempo como un oasis de descanso y paz frente a las consecuencias del destino. Por encima de ese tesoro de pasión reencendida, Adan se da cuenta con dolor que la religión se impuso como una nueva bandera para dividir la población y enterrar definitivamente los últimos vientos de esperanza.
El esquema narrativo de esta novela polifónica, no lineal, concede un espacio justo a cada personaje, con idas y vueltas en el tiempo para evocar la evolución de cada uno en los treinta últimos años.
Al lado del yo de Adan y de su diario siempre hay otro narrador que da la impresión de observarlo con benevolencia y sabemos que es el autor, a esto se añaden documentos epistolarios, durante 20 años más los mensajes de Internet recibidos entre amigos.
Este procedimiento mantiene al lector con aliento y teje los hilos de la intriga en todo el proceso narratológico.
Amin Maalouf nos habla con justeza y delicadeza de la nobleza de los sentimientos como el amor y la amistad.
Las páginas giran solas, pues en el fondo de la escritura tenemos el talento del contador y del trovador oriental que nos lleva con emoción hacia lugares sublimes y doloridos.
Esta novela Los Desorientados, suena como el canto de li Bayrout en la voz de Fayrous. Estamos frente a una obra literaria de alcance universal que nos permite ver una región del mundo bajo el prisma de la comprensión y el amor, de su grandeza y civilización.

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