FABIO R. HERRERA-MINIÑO
El impacto que produjo en toda la humanidad el maremoto del pasado 26 de diciembre, cuando la Naturaleza, en su furia, arrasó poblaciones enteras, llevando la muerte a más de 150 mil personas, habla a las claras de como el planeta está sujeto a fuerzas incomensurables y poderosas, que en un momento dado, se cobra el daño que se le hace. Por razones geológicas, en la corteza terrestre se provocan esos temibles movimientos de las placas tectónicas que la componen, para acomodarse, uniéndose, subiéndose una sobre otra o separándose, en un proceso que lleva millones de años, desde el instante que todas las placas estuvieron formando un sólido bloque en lo que se llamó Pangea.
Terremotos, huracanes, maremotos, volcanes, avalanchas de nieve tormentas de arena, inundaciones catastróficas, etc, la Naturaleza tiene un poderoso arsenal de armas naturales, que una vez puesto en movimiento, solo le queda a los humanos protegerse para evitar ser arrastrados a la muerte por la furia incontrolable de la energía que lleva los distintos elementos de la Naturaleza, guardadas en potencia para desatarse sin aviso y ocasionar daños como los ocurridos en los países del golfo de Bengala.
La humanidad, en su larga estadía sobre el planeta, es responsable singular de precipitar esos daños, con el medio ambiente deteriorado, surge el famoso agujero en la capa de ozono y las lluvias adquieren mayor peligrosidad e internamente las placas de la Tierra se resienten de la actividad humana, que muchas de ellas llevan el germen de la destrucción de los semejantes, pero a la vez afectan malamente a la Naturaleza.
Así mismo, muchos países afectan al planeta, que a través de la historia de la humanidad, han avasallado a sus adversarios para ser los primeros del mundo. Desde los mogoles, egipcios y persas, pasando luego por los romanos, por los hunos de Atila y hasta los españoles en América y luego los franceses con su Napoleón conquistador y los ingleses en que su imperio no se ponía el Sol, para llegar al siglo XXI, en que vemos como un poder igualable en toda la historia de la humanidad, se ha encargado, a nombre de proteger la libre empresa, la democracia y el mercado para sus capitales e industrias, dominar la Tierra.
Pero ese poder, Estados Unidos, en su afán de corregir a todas las naciones para imponer su estilo de vida y de desarrollo político, ha provocado daños irreparables a la Tierra, lo que se conjuga con lo que la Naturaleza realiza periódicamente. Desde que hicieran estallar las dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki en 1945, luego las bombas incendiarias de napalm en Vietnam, su oposición a los acuerdos de Kyoto hasta los sofisticados misiles que trituraron a Irak y Afganistán, hay toda una serie de métodos modernos de avasallamiento que busca imponer un orden en la Tierra. Sus efectos finales no se perciben todavía, al menos que adoptemos la teoría del auge y caiga de los imperios, que siempre cumplen un ciclo bien definido, pero que ahora parecería que la regla se rompió, aún cuando los daños ecológicos a nivel mundial son cada vez más grandes.
Estados Unidos y la Naturaleza han combinado sus fuerzas poderosas para acabar lentamente con la actual civilización. Los daños irreparables que ha sufrido el medio ambiente, desde las poderosas emanaciones que durante años salían y salen de las chimeneas de las enormes industrias norteamericanas, hasta los maremotos que la Naturaleza provoca con el movimiento de las placas tectónicas, hay toda un arsenal de causas que nos llevan a pensar que se podría estar en los umbrales de un proceso que llevaría a recomponer la faz de la Tierra y a los seres que la habitan. Tal cosa ocurrió hace millones de años, cuando vivieron los grandes animales. Y lo anterior, fuera de las profecías y las creencias religiosas, Dios, no tomaría acción directa, si se toma en cuenta de cuales son sus designios, por aquello del libre albedrío y la superación espiritual de los vivientes.
Pese a que asoma ya el imperio amarillo, con un Japón super desarrollado y China consolidándose en su desarrollo e industrias, y en particular en este último país, cuando las libertades sean plenas, entonces se podría pensar que la teoría de que los imperios van surgiendo en el mundo de acuerdo al movimiento del Sol, de Oriente a Occidente. Y el imperialismo nació en China, se volvería a ese país en un ciclo que lleva varios miles de años en evolución, y estacionamiento por décadas en determinados países y continentes, que han sido regentes del mundo. Pero es proceso no contaba con los daños irreversibles que está sufriendo el medio ambiente, lo cual haría fallar el nacimiento auge y opacamiento de los grandes imperios y la humanidad verse sometida a grandes cataclismos.