Los devoradores de la patria

Los devoradores de la patria

El mes de julio queda grabado en la mente perredeísta como un mes crucial de la existencia del PRD, que en uno de 1961 llegaron al país para sembrar la semilla de la democracia, y en julio del 2014 sembraron la semilla de su extinción para cumplir así el ciclo político-histórico de las débiles instituciones políticas dominicanas.

El PRD nació con la simiente de su auto destrucción, la cual, al llegar al país y regarse, sacó una mezcla de valores que tenían escondidos los dominicanos durante la dictadura de Trujillo, que al estar pisoteados por una bota militar, rumiaba sus frustraciones al interior de sus hogares o con escasos amigos de mucha confianza externaban sus deseos de vivir en libertad.

Todo lo bueno y malo de la raza dominicana se concentró como arte de magia en lo que representaba el PRD para el país y conciliar los sentimientos de libertad que se lograron cuando el profesor Juan Bosch llegó al país e inició sus valiosas intervenciones radiales para educar cívicamente, abriéndole los ojos de lo que significaba vivir en libertad y democracia.

La novedad de la sangre fresca del partido blanco que llegaba con su alforjas llenas de promesas, impactó de tal manera que no pudieron las diatribas de los remanentes del trujillismo ni las nuevas fuerzas cívicas que surgieron para heredar la dictadura e impedir el afianzamiento de las simpatías hacia un partido que solo ha sabido venderle al país falsas esperanzas y dar el ejemplo de absurdas y desmedidas ambiciones.

Desde julio de 1961, los perredeístas llevaron sus rencillas y ambiciones al pueblo que los seguía; mientras más ruidosos eran en airear sus ambiciones para hacerlos participes y convertirlos en manada de grupos cívicos de una variada mezcolanza que vieron en la política una forma de ascenso social. Y en este siglo las riquezas obtenidas por ellos se evidencia en el despilfarro de sus forma de vida atropellante hacia sus semejantes por la riqueza lograda en los manejos turbios de disfrutar de un cargo en cualquier gobierno.

Los sucesos penosos del pasado día 20 marcó el inicio del desguañangue del PRD como partido mayoritario; fueron fiel reflejo del accionar de los políticos que desesperados por retornar al poder, que no disfrutan desde el 2004, se afianzaron como sepultureros de una institución que lleva implantada la realidad de sociedad dominicana en su accionar cotidiano por todos los rincones del país. Las rencillas y agresiones que manifiestan los perredeístas en sus actividades de masas es como un microcosmo de lo que es la sociedad dominicana en su quehacer diario y de vida en las relaciones barriales, lo cual sin duda es el elemento aglutinante para que el PRD mantenga un arraigo tan sólido en el sentir del pueblo, que pese a todas sus torpezas y ambiciones que exhiben sus dirigentes, no pierden el apoyo en el sentir del pueblo que bien los apoya en las elecciones, como ocurrió en las pasadas del 2012, logrando superar a su rivales del PLD en cuanto al volumen de votos obtenido de un 47% del total nacional.

Pero ahora el PRD comienza a transitar su sendero de su opacamiento gracias al empecinamiento de los dirigentes que se apoderaron del partido y sus agresivas y mal disimuladas ambiciones de ser devoradores de la Patria, que en un sorprendente y corto espacio de tiempo, lo conducen irremediablemente hacia una posición que dejará al país huérfano de su instrumento de lucha más adecuado que hubiese servido de ariete en contra de los que se consideran ser los dominadores del panorama político, ya que sus rivales son desorganizados e improvisadores y pocos inteligentes para planificar una acción política bien coordinada que le dé confianza a la ciudadanía de que existe una organización que puede ser el contrapeso de la que nos gobierna y con sus pretensiones de seguir haciendo hasta más allá del 2040.

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