Los dilemas políticos

Los dilemas políticos

Un grupo de dominicanos de diversas profesiones fueron invitados a un “encuentro” para “conversar” acerca de las “tirantes” relaciones que existen con nuestros vecinos haitianos. La reunión tuvo lugar en la residencia de una apreciada amiga, interesada profundamente en los problemas básicos de la República Dominicana. Participaron en ella: historiadores, juristas, economistas, diplomáticos, políticos, intelectuales, internacionalistas, dramaturgos, periodistas, escritores. Tuve oportunidad de asistir al “encuentro” y escuchar muchas de las exposiciones, que fueron grabadas y filmadas. Los conflictos internacionales en el archipiélago antillano tienen una larguísima historia; lo mismo que las luchas estrictamente dominico-haitianas. Contar esas historias detalladamente requeriría largas “sesiones instructivas”.

Sin duda que hay personas capaces, “versadas en dichos asuntos”, que podrían ilustrar a una audiencia exigente. Y es pertinente que conozcamos esas historias, que están en la base de nuestras tradiciones, en el trasfondo de la psicología social de los dominicanos. Las narraciones de las guerras imperiales de Francia, España, Inglaterra, en el área del Caribe, aclaran muchas cosas de nuestra organización económica y de la idiosincrasia de haitianos y dominicanos. Nadie puede negar la importancia de esos saberes sobre el pasado y la utilidad de que sean expuestos por “conocedores”. Pero el verdadero problema dominico-haitiano es político, territorial, demográfico.

Es obvio que, para defendernos de los ataques a que estamos sometidos ahora, necesitamos la participación de expertos en derecho internacional público, de juristas especializados en asuntos constitucionales y migratorios. Ninguno de estos profesionales es superfluo en las presentes circunstancias. Los miles de inmigrantes haitianos sin papeles han creado un problema social insoslayable. Sin embargo, en últimas cuentas, las “diferencias culturales” entre haitianos y dominicanos desembocan en diferencias políticas. La sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional ha funcionado como un “extractor” del descontento colectivo.

Durante años y años las autoridades de todos los gobiernos descuidaron –por diversas conveniencias de grupo– atender un problema migratorio desbordado. Hoy por hoy, no puede ser resuelto –únicamente– mediante las disposiciones reglamentarias de una sentencia, por más alta, inapelable o bien fundada que fuera. Se ha consignado que el 85% de la población aprueba la sentencia del TC. La frontera entre ambos países exige mayor vigilancia para controlar los flujos migratorios. Las demás acciones y decisiones deben ser… políticas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas