Los dineros que corren a raudales

Los dineros que  corren a raudales

El crecimiento exacerbado de la nómina pública en los últimos años (tercer país con mayor tamaño del continente en el renglón) con denuncias de prácticas de favoritismo-nepotismo que convierten a familiares y allegados a las dirigencias oficiales en beneficiarios de sueldos excesivos, a veces en dólares y sin presencia real en puestos, mueve nuevamente a cuestionar los criterios que rigen la creación de empleos en la administración del Estado. Impactan a la sociedad en este momento los resultados de un estudio de la ONG Oxfam sobre la forma en que el Gobierno gasta e invierte sin suficiente transparencia sobre el destino a que van ingentes recursos, generando sospechas. Alarmante señal de descontrol y deficiencia de métodos.

Gastos publicitarios que duplican los de capítulos de verdadera función social, cuya utilidad no está sustentada fuera de patrocinar exaltaciones de la función pública para ganar aprobación, incrementadas por razones electorales siguiendo un patrón de apoyo masivo al sector de comunicación laudatorio al Gobierno. Un tratamiento a ingresos fiscales y al endeudamiento que los contribuyentes sufragan y no deben escapar a controles de calidad y ética; que deben aplicarse con racionalidad y rigor de prioridades en un país sometido al riesgoso desbalance de los ejercicios del poder concentrados en las pocas manos y voluntades de un solo partido político, bajo un presidencialismo arrollador.

Una ecuación anti pueblo

Con la escasa presencia de la Atención Primaria, persiste el esquema nocivo de que solo puede entrarse al sistema de seguridad social entregándose a los costos más altos de la asistencia médica, un paso oneroso para muchisísimos pobres que deberían salvarse de gastos llevando sus dolencias, antes que nada, a las manos de facultativos capaces de sanarles con simplicidades de tratamiento si a su vez son simples sus quebrantos, como tantas veces ocurre.

Pero eso que sería una bendición para los más necesitados es vista interesada, y despiadadamente, como potencial causa de pérdida de «clientes» para clínicas y médicos. Una conveniencia puramente económica de específicos sectores de altos ingresos relega con extrema crueldad un justo trato a los bolsillos de un estrato que a veces no tiene para comer.

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