Los documentos del Departamento de Estado

Los documentos del Departamento de Estado

Con aproximadamente treinta años de retraso el Departamento de Estado publica los oficios, cables y análisis internos más importantes y confidenciales que generó con relación a cada país del mundo. Eso permite, por ejemplo, que conozcamos desde hace cinco años los asuntos más confidenciales sobre la intervención militar norteamericana en nuestro país de 1965.

Además, y con menos atraso, los Archivos Nacionales Americanos en Maryland y las bibliotecas presidenciales (Kennedy, Johnson, etc.) ponen a la disposición de cualquier persona papeles del Departamento de Estado enviados a la Casa Blanca durante el gobierno de esos presidentes.

También se han hecho público documentos “colados”. Tal es el caso de los famosos “papeles del Pentágono”, un análisis sobre la guerra de Vietnam comisionado por el Secretario de Defensa Robert MacNamara, que un brillante ejecutivo de la Rand pasó al “New York Times”, lo que aceleró el fin de esa guerra, por lo que, en retrospectiva, ese hecho ha sido considerado como algo positivo.  Acusado de traición, una corte americana lo liberó de toda responsabilidad por tratarse de información de interés público.

Pero ahora, por primera vez en la historia, miles de documentos de la diplomacia norteamericana, de fecha muy reciente, algunos de hasta apenas 30 semanas, están apareciendo en cinco grandes periódicos, uno americano y cuatro europeos, los cuales están en el proceso de revender o transferir a periódicos de países pequeños aquella información sobre esas naciones que aparece entre los miles de mensajes y que no interesa al lector europeo o norteamericano. Cuando la destrucción de las Torres Gemelas se determinó que varios departamentos del gobierno americano sabían algo sobre el complot, pero que no se habían pasado la información entre sí. Entonces se decidió, por ejemplo, que los documentos del Departamento de Estado fuesen copiados al de Defensa y eso fue lo que aparentemente permitió que un soldado norteamericano de 22 años, admirador de Lady Gaga y de puesto en Bagdad, pasase a su computador personal todos esos cables, cuando el acceso debió haber estado limitado al alto personal del Pentágono.

Varios dominicanos se han preguntado por qué hay tantos cables sobre nuestro país, siendo una nación pequeña. La respuesta es que el soldado optó por captarlos, no por su importancia, sino simplemente porque le era fácil hacerlo.

Los 1,665 cables de la embajada en Santo Domingo aparentemente están fechados entre el 13 y el 27 de febrero del 2006. Consecuentemente, mal podría sacarse de su lectura conclusiones sobre las relaciones bilaterales entre el gobierno de Leonel Fernández y el de Estados Unidos, pues para eso habría que conocer textos cubriendo varios años. El por qué tantos cables en apenas dos semanas se explica por el hecho de que muchos de ellos son simplemente resúmenes de lo que aparece en la prensa de nuestro país sobre temas de interés para los norteamericanos, como lo son declaraciones de dominicanos de importancia sobre los gobiernos de Chávez, el haitiano, las relaciones entre Israel y los palestinos, etc.  Otros tratan temas comerciales como el libre comercio y los derechos de autor y otros sobre violaciones de los derechos humanos. Realmente desde la caída del Muro de Berlín más interesaría a los dominicanos de hoy día los cables de la DEA desde Santo Domingo, que los del Departamento de Estado.

Estas publicaciones hacen mucho daño a la diplomacia americana, aunque luce que también perjudican a Irán. Desde principios de semana ya el Departamento de Estado no pasa sus cables al Pentágono. Pero, según algunas fuentes, hay informaciones muy críticas sobre la situación de algunos grandes bancos internacionales. La prensa no debería publicar esa información, por las mismas razones de responsabilidad social y defensa de ciudadanos bajo las cuales censura parte de los cables sobre temas políticos. El momento, sobre todo en Europa, no está para más corridas bancarias.

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