Los dominicanos, el espacio y la consciencia del otro

Los dominicanos, el espacio y la consciencia del otro

Millizen Uribe

Los problemas de carácter macro en República Dominicana son tantos y tan centenarios que muchas veces, quienes apostamos a la opinión pública para incidir en sus soluciones subestimamos u olvidamos otros que también impiden la existencia de una mejor sociedad. Uno de ellos es el poco respeto que muchos dominicanos tienen hacia el espacio del otro.
Pierre Bourdieu, uno de los sociólogos contemporáneos más importantes, desarrolló una tesis muy interesante sobre la incidencia de la relación de los espacios y los hábitos en las sociedades.
En el caso dominicano, es común que al circular en un vehículo por una calle, de repente, el conductor que va adelante se pare abruptamente, sin poner direccionales, y se estacione en el medio sólo para saludar o hablar con alguien. Esto lo hace sin tomar en cuenta las personas que vienen detrás y sin importarle armar un “tapón”, cuando perfectamente podía estacionarse bien y entonces sí charlar por el tiempo que se le apetezca.
De igual manera, frecuentemente se observa cómo las aceras, espacios públicos y comunes, están ocupadas por particulares, dificultando el libre tránsito de peatones, incluyendo no videntes, personas con algún tipo de discapacidad motora, envejecientes y embarazadas, entre otros grupos.
¿Y qué decir de las propias calles? A propósito del grave problema del tránsito que afecta el país, es imposible no preguntarse cuánto aportaría a la solución el hecho de que en las calles no se estacionaran vehículos a ambos lados, pese a ser de doble vía?
También violenta el espacio público poner música a alto volumen o hacer cultos religiosos particulares en horarios que molestan.
En fin, que en la construcción de nuestra dominicanidad es innegable que tenemos un serio problema en relación al respeto del espacio común.
Esto no ha de extrañarnos, si tomamos en cuenta la debilidad y cuasi ausencia de la formación cívica y la educación ciudadana. A esto se suma que el concepto de la colectividad queda cada vez más invisibilizado, sustituido por el de la individualidad.
No hay una consciencia del otro y de su existencia, por lo tanto muchos no escatiman esfuerzos en violentarlo e irrespetarlo.
Las herramientas para cambiar esta situación que, por afectar la convivencia ordenada y pacífica de la ciudadanía, debería de tener mayor importancia, están creadas. Hay leyes medioambientales, ministerios y cabildos, funcionarios públicos, que pagamos puntual y costosamente, y está la cartera de Educación con su tanda extendida y tiempo de ocio que bien podría ser ocupado, en parte, con temas como éste.
Y es que la construcción de un mejor país, de una mejor sociedad, de una mejor República Dominicana, cruza por factores multidimensionales y el respeto del espacio del otro es uno importante.

Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital

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