Los dominicanos: personajes en busca de autor

Los dominicanos: personajes en busca de autor

Rafael Acevedo Pérez

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El mayor problema que pueda tener un humano es no tener claro quién es, ni cuáles son sus metas y objetivos en la vida; recuerdan los personajes de la novela de Pirandello. Muy triste el caso de un pueblo que no ha podido esclarecer su identidad o la ha perdido. Posiblemente sea esto lo más común a los humanos, en general, quienes se encuentran atrapados entre los fracasos de muchas religiones y la multitud de ofertas de ideas propuestas por filósofos, farsantes y “fabricantes de ídolos” del mundo consumista.

Afortunadamente, los científicos han descubierto que el ser humano está programado para la identidad, la fe, el amor y la felicidad. Estudios recientes han mostrado la secreción de dopamina y endorfinas cada vez que experimentamos el sentido de identidad y de rumbo cierto, o cuando tenemos la certeza de nuestra fe en Dios, o nos sentimos amados y felices.

El caso dominicano es especial, ya que atravesamos obstáculos y complicaciones históricas y socio culturales que dificultan la solidificación de nuestra identidad nacional e individual.

La famosa quintilla del padre Juan Vázquez, personaje del siglo XVII, logró captar el sentimiento del dominicano, sometido a la dominación de españoles, saqueado y oprimido por ingleses, franceses y haitianos:

Ayer español nací, a la tarde fui francés, en la noche etíope fui, hoy dicen que soy inglés, ¡no sé qué será de mí!”.

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Aunque vale decir que ¡gracias a la dominación de los haitianos! sabemos muy bien “lo que no somos”: Ni sumisos, ni acomplejados; sin sentimientos de inferioridad respecto a ninguna raza, pueblo o nación. Hoy somos una mezcla aún más rica gracias a árabes, chinos y otros aportes étnicos.

Mil veces engañados, somos a menudo desconfiados, rebeldes y rebuseros; gavilleros y tígueres; con frecuencia, tránsfugas políticos. Un pueblo que cree que hay un Dios, pero que no siempre confía en él.
Mister Henry, un vecino en New York (1960), me advertía: “El dominicano opina de cualquier tema sin saber nada al respecto”. No necesitamos estudiar, nacemos sabiendo, y celular en mano nos enteraros de todo sin saber leer el diario.

Divertido, alegre: prefiere ser político a sudar; suele migrar en vez de fajarse aquí; Desconfía de las precarias oportunidades del sistema.

Desconfía de líderes y de poderosos; lo han traicionado muchas veces, pero procura cobijarse en ellos.
No le gusta hacer “trabajo de esclavos o de haitianos”, labrar la tierra, poner blocks. Pero puede ser noble y bondadoso como el que más; a menudo amable y cortés, educado, considerado, respetuoso.

Es orgulloso de su raza, de su tierra y de su libertad. Disfruta su herencia patriótica y espiritual. Suele ser expresivo, creativo, audaz; Sus enemigos más poderosos: el sistema, el subdesarrollo, el consumismo y el sentimiento de atraso respecto a los blancos del norte, a quienes insiste en imitar su consumo.

Lo peor: un pueblo que no acaba de encontrarse con Dios ni consigo mismo. Ni aprendido el valor de su herencia libertaria: la lucha de nuestros fundadores y nuestros restauradores. (continúa).

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