¡Los dominicanos serán unos pendejos…!

¡Los dominicanos serán unos pendejos…!

Gracias a la buena memoria del contralmirante César De Windt Lavandier pude escuchar hace algunos años, repetidas por él , las palabras pronunciadas por Trujillo décadas atrás, en una reunión con los altos oficiales de las Fuerzas Armadas (FFAA), donde éste, refiriéndose al tema monetario, pronunció la frase que encabeza este artículo, agregándole “…si se dejan destruir el peso dominicano!”

El dictador de San Cristóbal perteneció a la generación marcada por el drama de la deuda externa de la República Dominicana originada en el siglo XIX, déficits de los gobiernos y devaluaciones, tragedia iniciada en 1847, cuando ya el Congreso Nacional conoció un proyecto de ley de reforma monetaria, debido a que los denominados billetes dominicanos emitidos en ese entonces había perdido el noventa por ciento de su valor.

[b]La historia, luego, se repetiría.[/b]

Cuando se mira hacia atrás, en la década de 1930, la República Dominicana apenas tenía 1,479.400 habitantes; la capital, Santo Domingo, 71,000 habitantes; Santiago, 34,000; San Pedro de Macorís, 18,000 habitantes y Puerto Plata 11,000. El Ejército Nacional tenía una dotación de 2,200 hombres, con un presupuesto anual de US$ 1,200.000.00. En el país circulaba el dólar de los Estados Unidos de América y la deuda externa, hacia 1934, ascendía a US$ 16,320,500.00, a consecuencia de las emisiones de bonos de 1922 y 1926. De 1905 a 1947 el país no tuvo soberanía monetaria.

En el contexto de la depresión económica del inicio de los años 30, después del crack de 1929, el gobierno nacional tuvo que adoptar un programa de atrición económica con una reducción de los empleados de la administración pública de hasta un 20 por ciento y reducción de los sueldos en un 25 por ciento; reducción del sueldo y los gastos del Presidente de la República y economía en los gastos del gobierno ascendentes a US$2,500,000.00. El gobierno, de 10 departamentos que tenía, los redujo a 7, clausuró numerosas escuelas, imposibilitado de pagarle a los maestros, deteriorándose hospitales, carreteras por falta de mantenimiento, afectándose también el acueducto y el puerto de Santo Domingo debido a la falta de inversiones.

Superadas esas situaciones debido mayormente a los ahorros alcanzados por el país durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se planteó la creación del peso oro dominicano después de 1945, se le atribuye al licenciado Julio Ortega Frier haberse opuesto, en un supuesto memorándum dirigido a Trujillo, a la creación del peso dominicano, y cuando el dictador le cuestionara en una oportunidad, el por qué de su oposición, el licenciado Ortega Frier habría respondido: “Jefe, mientras usted viva el peso conservará su valor; el día que usted desaparezca, hasta ahí llegará el peso dominicano”. Cierta o no la referencia a ese episodio, aparentemente a Trujillo no le gustó la mención de su desaparición. El peso oro dominicano nació en 1947, diseñado por el licenciado Pedro Troncoso Sánchez, sustituyendo como moneda de curso legal al dólar norteamericano.

Borrada ya de la memoria colectiva del pueblo dominicano la tragedia de las papeletas de Lilis (1899) con su devaluación, el país inició la etapa del peso oro dominicano en 1947, teniendo el Banco Central, como lo han sostenido numerosos economistas, como misión fundamental, preservar el valor de la moneda, independientemente de las innumerables atribuciones y funciones importantes a cargo del mismo.

Los desequilibrios internos y externos de la economía dominicana (déficits fiscales, deuda externa, atrasos en los pagos de cartas de crédito, giros y cobranzas, devaluación, etc.), llevaron al país a recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) en 1959, 1964, 1983, 1984/85, 1991, 2003 y 2004, mediante Acuerdos de Contingencia (Stand By) o Acuerdos de Facilidad Ampliada, mediante programas de estabilización económica, principalmente, cumpliendo en el presente año el peso dominicano 57 años de existencia, sometido a fuertes presiones.

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