Los dominicanos temen que se les desplace
de sector Washington Heigths, en Manhattan

Los dominicanos temen que se les desplace<BR>de sector Washington Heigths, en Manhattan

Hay dominicanos que se resisten a vivir en ciudades como Nueva Jersey, porque entienden que en Nueva York hay más posibilidades de empleo.

POR LEONORA RAMÍREZ
NUEVA YORK.
En Washington Heigths, en el corazón de la comunidad dominicana radicada allí, anida una preocupación que nada tiene que ver con las amenazas de atentados terroristas del grupo Al Qaeda, sino que está más cercana a la lucha cotidiana por mantener un espacio en el Alto Manhattan.

Es precisamente el incremento de los alquileres de viviendas lo que mantiene en ascuas a muchos dominicanos y a personas de otras comunidades hispanas que, atribuyen esos aumentos, a la deliberada intención de expulsarlos de la referida zona.

Los propietarios de esos viejos y grises edificios utilizarían esa coartada para alquilarles los apartamentos a grupos étnicos blancos que no pueden pagar US$2,500 ó  US$3,000 en otras áreas.

 Zenith Mejía, quien reside en esa zona, explicó que un apartamento de  una sóla habitacion de dormir paga entre  US$900 y US$1,200.

De esa inquietud se hacen eco noticieros locales, así como programas televisivos que producen comunicadores dominicanos radicados en Nueva York.

Muchos coinciden en que el posible desplazamiento sería hacia Nueva Jersey, donde la tranquilidad de ese Estado contrasta con la agitación permanente de un Nueva York que no duerme, y que es capaz de quebrarle el espíritu a quien sucumba  a su orgía consumista.

Pero ese Estado  no es la zona que preferiría Marcos Olivares, quien no tiene trabajo fijo mas “se la busca” en las calles neoyorquinas, donde realiza labores de construcción, plomería u otros oficios afines.

El problema es que en “los campitos” de New Jersey la vida es demasiado tranquila y es más difícil conseguir trabajo, refirió este dominicano que reside  en Estados Unidos desde 1998, y quien vive con tres personas con las que comparte una renta de US$1,000.

PARA ALGUNOS NY ES TODO

A quien le resultaría traumático dejar el Alto Mahattan es a Mercedes Rodríguez, una mujer analfabeta que reside en Nueva York desde hace 30 años, la mitad de los cuales permaneció ilegalmente.

Esta cibaeña que de inglés muy poco sabe, conoce todas las formas de acceso a las ayudas que da el gobierno, y de hecho vive en un apartamento que sólo paga US$400 porque está incluida en un programa de asistencia.

Uno de sus entretenimientos es conversar con sus amigas en los alrededores de la iglesia Encarnación, situada en la San Nicolas con 175, donde se mantiene al tanto de temas tan apasionantes como la política y la farándula criollas. 

 SOBRE ILEGALIDAD

El control de la migración ilegal es una de las prioridades de la administración del presidente George W. Bush, lo cual afectaría a millones de hispanos que tienen esa condición.

Para dominicanos como Alexis  Pérez, que se dedica a la construcción, es prácticamente imposible que se pueda expulsar por completo a la mano de obra ilegal, porque a su entender gran parte de los trabajos forzados los suple ese renglón de la población.

“Se trata de una mano de obra necesaria, y aunque el gobierno presione es muy difícil que los eche a todos, porque no tiene mecanismos para detener su ingreso”, consideró Nelson Peguero, quien es supervisor de servicios en varios edificios.

Pero una de las caras más terribles de la ilegalidad es la imposibilidad de volver al país, si la meta es echar raíces en Estados Unidos.

Es el caso de Manuel D´Oleo, empleado de una tienda de ropas, y quien puso los pies en Nueva York con una visa de paseo que no le ha permitido alcanzar el sueño americano.

LA PATRIA CHICA

Los dominicanos han hecho de Washington Heigths su patria chica. El español se habla por todas las esquinas, las comadres se encuentran en la iglesia o al recorrer cuatro o cinco bloques buscando las ofertas del día, y las mesas de dominó en las aceras dan la señal irrefutable de que se está en zona de compatriotas.

Las botellas de ron o cervezas están aparentemente ausentes porque en Nueva York está prohibido tomar alcohol en la calle.

Aun así, a uno que otro criollo le llega de vez en cuando un recibo de pago, por haber cometido la infracción de tomar alcohol en la calle….casi igual que aquí.

Los juegos de azar no faltan, como tampoco los “Ipod”, esos diminutos equipos de música, fetiches tecnológicos de última generación que son la debilidad de los más jóvenes.

Cuando un “primo” extraño llega al barrio de inmediato se le pregunta si se quedará definitivamente; y como entre dominicanos no es tan difícil entrar en confianza, la pregunta más común es ¿y el Metro?

Dependiendo de las parcelas políticas, las opiniones se dividen a favor y en contra de esa obra que intenta ser buque insignia del presidente Leonel Fernández.

CON LA MENTE EN SANTO DOMINGO

El auge de  la delincuencia en el país preocupa a los dominicanos residentes en Nueva York. De hecho, es una variable que condiciona su regreso.

En esa ciudad se sienten más seguros, en la mayoría de los casos con mejor calidad de vida que en República Dominicana, pero la espina del regreso siempre está latente.

Es el caso de Pedro Polanco, quien reside en Nueva York desde 1990 y, a fuerza de múltiples sacrificios, ha podido acumular dinero suficiente para retornar.

  La decisión implicará un desarraigo familiar porque está convencido de que sus hijos, que nacieron en Estados Unidos, no querrán  vivir aquí.

Pero la agitación de Nueva York ya es irresistible para él; su cuerpo ya no aguanta las tensiones cotidianas, ni las extensas jornadas de trabajo para aumentar los ingresos que requiere para tener un similar estatus en República Dominicana.

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