Los dramáticos días de un doctor tras la llegada del covid

Los dramáticos días de un doctor tras la llegada del covid

Entrvista Al Dr.Amil Jorge Manzar.HOY. Foto Henry Santiago.11-02-2021

Comidas a deshoras, emergencias y largas jornadas son solo algunos de los componentes que forman parte de los días del neumólogo, internista e intesivista Emil Jorge Manzur, desde que al país llegó la pandemia del coronavirus.

Por la gran cantidad de pacientes que necesitan ayuda en la unidad de covid-19 del centro médico Domínico-cubano, el doctor no ha podido tomar ni una sola semana de descanso desde marzo del pasado año.

De hecho, explicó que en diciembre cuando él, su esposa, sus dos niños y sus padres se infectaron del virus, no pudo tomar licencia laboral para recuperarse sino que tuvo que seguir trabajando con protocolos estrictos.

“Soy el encargado de la unidad de intensivo de covid-19 y si no venía se podían morir los pacientes, pues soy el más entrenado del equipo”, explicó.

El doctor sostuvo que en sus 23 años de ejercicio nunca había enfrentado una situación médica tan demandante como la de luchar contra el coronavirus, “y eso que yo tengo una combinación complicada de especialidades”, señaló.

Detalló que no sabe cuántas horas ha tenido que trabajar durante estos once meses e indicó que la carga de trabajo le ha afectado tanto en lo profesional como en lo personal.
Por ello, el doctor ya no sabe qué es un día normal, pues desde que empezó la pesadilla del virus, ninguno de sus días son iguales.

“Yo no tengo paz ni en la casa, o sea, el número de pacientes desesperados es una cosa que me lleva a responder llamadas y Whatsapp hasta las doce de la noche o una de la mañana”, exclamó.

Manifestó que al principio de la pandemia el impacto fue tan fuerte que se reunió con todo su equipo de trabajo para decidir si iban a enfrentar esa batalla. Allí hicieron el compromiso de que si alguno se contagiaba y fallecía, los demás se encargarían de su familia.
“Teníamos muchísimo miedo todos. Ahora estamos muy cansados”, admitió.

El doctor, de 38 años,ha tenido que que olvidarse de sus diligencias personales y robarle tiempo a su familia al punto de aislarse de ella por varios meses, para salvaguardar sus vidas.

Y como médico ha tenido que hacer frente a dramáticas situaciones, como tener todas las camas llenas y diez personas graves solicitando ingreso, o internos que creía que se salvarían “y se me mueren en la cara”, pero también pacientes que llegan por el virus y se mueren, “por más que yo luché para salvar sus vidas”.

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