Los ductos influyen en el petróleo

Los ductos influyen en el petróleo

Por JAD MOUAWAD
NUEVA YORK.-
Conforme los países ricos en energía se sienten poderosos por los altos precios del petróleo, están usando cada vez más un instrumento para hacer sentir su influencia. Llamémosle el poder del ducto. Nuevos ductos superlargos están planeados para Sudamérica, Oriente Medio, Rusia y Africa, y los países productores de petróleo están usándolos para forjar alianzas políticas, castigar a los enemigos y obtener concesiones de los clientes.

“Los ductos significan influencia política”, dijo Frank A. Verrastro, director del programa de energía del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington.

En una reciente visita a Lituania, el vicepresidente Dick Cheney critió a Rusia por usar el petróleo y el gas natural como “instrumentos de intimidación y chantaje”. Posteriormente, en una escala en Kazajistán, instó a las naciones de Asia Central ricas en energía a eludir a Rusia cuando consideren rutas de ductos hacia Occidente.

El Presidente Vladimir V. Putin mismo hizo de la seguridad energética un tema este año en sus conversaciones con otras naciones industrializadas. Pero el día que asumió la presidencia del Grupo de los Ocho, Rusia suspendió los suministros de gas natural a Ucrania por una disputa de precios, congelando a su vecino de mentalidad independiente y a la Unión Europea al final del invierno.

Finalmente, se llegó a un compromiso y Ucrania aceptó pagar más por su gas, hasta entonces subsidiado por Rusia. Pero los vecinos de Rusia también aprendieron una nueva realidad que causa consternación: quienquiera que controle los grifos tiene la ventaja.

Los ductos transnacionales han existido durante más de un siglo, pero con precios bajos y abundantes suministros, habían perdido mucha de su importancia estratégica con el tiempo. Los supertanques, construidos por primera vez a principios de los años 50, permitían a los productores embarcar su producto a cualquier parte del mundo, y liberaban a los consumidores de los caprichos de un solo vendedor. Alrededor de dos tercios del comercio petrolero se lleva a cabo ahora por medio de buques tanque.

Pero las cosas han cambiado en los últimos años: Una demanda más alta ha ejercido presión en las redes de energía, los suministros han tenido problemas para estar a la par del conusmo, y han surgido tensiones. Hoy, cada gota cuenta.

“Los ductos juegan un papel crítico en una era de mayor tensión en los mercados de energía, amenazas terroristas a la infraestructura energética y el uso político de los recursos energéticos”, dijo Anne Korin, co-directora del Instituto para el Análisis de la Seguridad Global, un centro de investigación basado en Washington.

Consideremos el caso de Irán, que quiere construir un ducto de gas natural hacia India e incluso está considerando extender la ruta hasta China. El proyecto, que se extiende unos 2,560 kilómetros a un costo de 7,000 millones de dólares, proporcionaría a Irán un gran mercado para sus sustanciales reservas de gas mientras que ayudaría a India a satisfacer sus crecientes necesidades energéticas. El ducto también intensificaría la influencia política de Irán.

Hay inconvenientes. El ducto debe correr a través de la región paquistana de Baluchistán, una perspectiva que preocupa a India dada la historia de anarquía del área.

Y aunque los actuales líderes de Pakistán dan la bienvenida a la propuesta ruta porque también se beneficiarían del gas iraní, un ducto pudiera dar a gobiernos futuros un medio vital de presionar a India. Estados Unidos también se opone fuertemente al plan. “Lo último que Estados Unidos quiere es que India esté en deuda con Irán”, dijo Korin.

Nada de esto ha pasado inadvertido para Hugo Chávez, el presidente de Venezuela, quien convenció a sus vecinos de contemplar un ducto de 9,600 kilómetros que vincule a su país con Brasil y Argentina. Le ha bautizado El Gran Gasoducto del Sur. Con un costo potencial de 23,000 millones de dólares, la propuesta tiene poco sentido económico; sería mucho más barato construir terminales de licuefacción y embarcar el gas en buques tanque.

Pero el plan de Chávez no sólo está destinado a transportar gas; también tiene un mensaje político. El ducto sería “considerado uno de los pasos fundamentales de la integración de Sudamérica”, según Petróleos de Venezuela, la compañía petrolera estatal.

Rusia ha estado particularmente inclinada a equilibrar sus necesidades económicas y su papel como superpotencia energética.

Cuando se estaba considerando un oleoducto hacia el Mar de Japón o directamente hacia China, los funcionarios energéticos rusos esperaron dos años antes de comprometerse. Inicialmente se favorecía a China, pero después de mucha vacilación, Rusia eligió la opción más larga y más costosa hacia su puerto oriental de Nakhodka, en vez de la ruta china de Daqing. La razón: el plan permite las exportaciones petroleras a Japón así como a otros mercados potenciales, incluido Estados Unidos y eventualmente China también.

Luego está la cuestión de lo que Cheney llamó “chantaje”.

El mes pasado, Putin sugirió que Rusia podría redirigir las exportaciones futuras a Asia en vez de a Europa debido a lo que llamó una “competencia sin principios” que bloquea la expansión de Gazprom, la mayor compañía energética de Rusia, en Europa.

“Al grado en que a uno le preocupe que países como Rusia pudieran usar la energía como herramienta política, una de las mejores formas de protegerse es crear caminos alternativos para hacer llegar la energía a los mercados”, dijo Steven Pifer, subsecretario de estado asistente para asuntos europeos y euroasiáticos de 2001 a 2004.

En los años 90, ese tipo de pensamiento llevó a los planificadores energéticos en Estados Unidos a apoyar la construcción de un ducto que llevara petróleo desde las vastas reservas de Azerbaiyán, Kazajistán y Uzbekistán, que están todas alrededor del Mar Caspio, a través de Turquía, mientras se evitaba a Rusia en el norte, así como a Irán, que habría proporcionado la ruta más corta, al sur.

“En todos estos casos”, dijo Korin, “se tiene un gran problema con Asia Central, donde hay mucha energía pero pocas formas poco problemáticas y políticamente agradables de hacer salir los suministros si no se quiere depender excesivamente de Rusia o de Irán”.

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