El pasado domingo escribí la primera parte sobre los ejes de la política dominicana; decía que la política dominicana es compleja porque no gira alrededor de un solo eje. Expresé que esos ejes giran en torno al bien, al mal, a la ética, a la justicia y a la fe. También expresé en la primera parte de este artículo que cómo es posible que una disciplina como la política, que tiene que ver con el bien, con el mal, con la ética, con la justicia y con la fe, es tratada de forma muy indiferente e irresponsable. Expresé que la política tiene que ver con la extensión e implementación del bien; y también, decía que la política está salpicada del mal. El mal es lo que se aparta de lo honesto, es lo opuesto de lo bueno, del bien. En esta segunda parte y conclusión, queremos tratar sobre la ética, la justicia y la fe.
En una nación donde la ética es ambigua, débil y casi ausente, no se puede esperar una transformación que afecte la vida integral de un país, y en nuestro caso, en nuestras familias dominicanas. No podemos esperar que por el simple hecho de hacer un debate con los candidatos presidenciales, expresando ideas muy bonitas pero insertadas en el tren de la corrupción, que las cosas cambien. Imaginemonos una persona vendiendo helado, con una promoción hermosa, con la química correcta, los ingredientes indicados, con el uniforme que proyecta higiene y limpieza, y cuando tú vas a comprar el helado te das cuenta que el congelador del vendedor de helados no funciona, está apagado, el helado está derretido, solo es un líquido con sabor y no está frío. ¿Qué pasó? El congelador afectó toda la imagen, toda la inversión, todo el esfuerzo; de hecho, hasta toda la higiene se opaco debido a un eje elemental, al frío que crea el congelador. El congelador viene siendo la ética que preserva y hace que las cosas sepan bien, que funcionen correctamente.
La ética tiene que ver con el respeto a los derechos humanos, no se trata de privilegios. Por eso cada cuatro años, o cuando en las elecciones se hace un cambio de gobierno, el pueblo tiembla, porque la
mayoría sabe que va a perder su trabajo; eso no es ético, eso debe parar y debe cambiar. Se ve normal, pero no es funcional, es fatal, es mortal, es una acción estúpida pero muy vívida. La ética debe reinar, debe dominar el respeto a los ciudadanos. No es ético que en algunos sectores, en pleno 2024, con tantas herramientas y equipos las familias estén sin agua, o tienen agua un día si y un día no. Suena normal, pero no es ético. Es jugar con la dignidad de un pueblo.
Los últimos dos ejes, la justicia y la fe, son dos elementos que afectan la política para bien o para mal. La justicia, sin mucho rodeo, es el sentimiento convertido en acción de que todos deben vivir bien, con dignidad, con oportunidades, con opciones. Justicia no tiene que ver con la izquierda o con la derecha, es un deseo inherente del Creador de cosmo que se transmite en cada ser humano. La fe, es la certeza de lo que uno espera, es estar convencido de lo que no podemos ver. Cómo es posible que creemos que Dios es real, vamos a las iglesias, decimos, “Dios te bendiga”, creemos que Dios transforma las vidas de las personas, pero no hemos podido articular esa fe y llevarla a una realidad visible, tangible y fructífera en el plano político. La fe nos empuja a creer que las cosas pueden ser mejores. ¿Cómo es posible que decimos que las cosas aquí no van a cambiar? Si realmente queremos ver seguridad, prosperidad, oportunidades, debemos ejercer la ética ciudadana, accionar en la justicia y creer con fe que las cosas cambiarán. Todo el mundo se vende bien, dejemos de escuchar palabras que han sido construida para manipular; si queremos una real transformación debemos observar el carácter de los candidatos, y cómo ellos promueven el bien, cómo destruyen el mal, cómo accionan en la esfera de la
ética ciudadana, cómo implementan la justicia y cuál es su fe en la visualización de una mejor República Dominicana.