Los elefantes blancos hidroeléctricos

Los elefantes blancos hidroeléctricos

Si se fuera a contabilizar las enormes sumas de dólares que se han invertido en los pasados años en la construcción de proyectos de presas hidroeléctricas, para la producción de energía y otros usos, nos daríamos cuenta que algo no cuadra con los resultados, las expectativas y la inversión ejecutada.

Evidentemente han sido inversiones antieconómicas e injustificadas, que solo con el deseo de aprovecharse de las mismas, que algunos profesionales se atrevieron a proseguir con la ejecución de tales proyectos, que como el de Pinalito nunca llegará a generar los 50 mil kilos instalados. Y eso por el poco caudal del arroyo Tireo y el escaso volumen del embalse de almacenamiento.

Pero el mayor problema, con los proyectos de aprovechamiento del caudal de los ríos locales, es la falta de mantenimiento de las unidades y de sus centrales, en que la causa para que las unidades de Aguacate y de Jigüey en el río Nizao estén fuera de servicio desde el 2006, fue el mal manejo operacional de las centrales en ocasión de diversas tormentas. Allí las centrales se inundaron con un voluminoso depósito de lodos, troncos, piedras, etcétera, y produciendo daños cuya reparación conlleva un monto en dólares casi igual a lo que se malgastó en Pinalito.

Es ya una práctica usual en la operación de las unidades hidroeléctricas, que de 38 instaladas lo normal es que unas 20 estén fuera de servicio por poca agua del río, descuidado el mantenimiento o que sus subestaciones eléctricas están abandonadas por falta de alguna pequeña pieza de recambio.

Desde que se inaugurara en 1973 la presa de Tavera, con capacidad para producir 96 mil kilos, se inició el abuso de las autoridades para sacarle el máximo a las turbinas, y en pocos meses después de inaugurada, el nivel del embalse bajó peligrosamente de su cota normal de operación de 326 metros hasta la de 296 metros, lo cual demandó que se detuviera la operación.

Desde ese entonces, la mala regulación del agua de las presas para turbinarla ha sido de una ocurrencia caótica y determinada por consideraciones políticas para detrimento de la seguridad de las presas, de sus turbinas y equipos eléctricos, por la necesidad de sacarle el máximo provecho a una energía barata.

Y eso de energía barata fue hasta que se construyó Pinalito, cuyo valor por kilovatio instalado superó todos los criterios técnicos, al llegar a los $6 mil dólares, siempre y cuando se lograse poner las dos turbinas a generar a máxima capacidad, cosa que hasta ahora solo se ha operado con una turbina de 25 MW. Nunca operarán los dos turbinas, al menos que el arroyo Tireo se convierta en un río.

Igual suerte se correría con Palomino, cuyo costo inicial era de unos $364 millones de dólares para producir 80 mil kilos, pero con los anuncios recientes de nuevas modificaciones y demandas de préstamos, será probable que el costo final alcance los $500 millones de dólares.

Tarde o temprano se debería realizar una auditoría técnica, y la Cámara de Cuentas tomar cartas en el asunto, para conocer y verificar las razones justificantes de ese enorme escalamiento de costos de los últimos proyectos hidroeléctricos que se han construido y se construyen en el país.

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