Los enemigos de los monumentos

Los enemigos de los monumentos

Una constante en el comportamiento de los gobiernos dominicanos, desde las épocas oscuras de la última dictadura, es la del descuido patológico a conservar monumentos, edificaciones, carreteras y otras obras de importancia. Es un desprecio innato a conservar lo construido, ya sea que tengan siglos de ejecutadas o de tan solo pocos años.
Ningún gobierno se escapa de un juicio imparcial para juzgarlos por sus indolencias para preservar el patrimonio nacional. Obras centenarias de gran valor colonial, hasta obras del siglo XXI con la más elegante arquitectura de la época, sufren las consecuencias de que no hay autoridades dispuestas a preservarlas con buen mantenimiento. Es que no tienen capital político ni económico para buscar fortunas o más adeptos.
El país ahora mismo se enorgullece de poseer un moderno sistema de emergencia, el 911, de dotar al país de un sistema moderno de carreteras, de escuelas sembradas por todos los rincones nacionales. También de una hermosa acción humana de rescate, tanto en Boca de Cachón como La Nueva Barquita con la construcción de las viviendas necesarias. Haber abierto el crédito a miles de micro-empresarios contribuyendo a sacar de la pobreza a mucha gente que ahora son entes productores. Pero en el mantenimiento de obras reprueban miserablemente sus buenas acciones.
Cuando se trata de preservar el patrimonio, tanto en las edificaciones y vías modernas como las de ahora o las de larga data, surge el inconveniente de la renuencia de los burócratas de atender las obras construidas. Es que en el mantenimiento no hay suficientes atractivos económicos para compensar lealtades políticas. El mantenimiento brilla por su ausencia. Pero ahora se trata de enmendar esos descuidos. Al menos con las carreteras se observa que ya presentan otros aspectos y hasta las cunetas de drenaje se están limpiando.
Sin embargo, la incisiva y valerosa comunicadora de televisión Nuria Piera, en su programa del pasado sábado 6 por Color Visión, trajo a la vista del país y del mundo el desprecio y desinterés de las autoridades dominicanas por una valiosa y emblemática donación del gobierno mejicano en 1982. Esa vez el presidente del gobierno mejicano López Portillo le donó al país una imponente estatua de Fray Antón de Montesinos que de gran tamaño se instaló a la entrada del puerto del Ozama. Esta se ubicó para que su voz se dirigiera hacia los capitaleños y en dirección a la capital para que anunciara el valor por el respeto a los derechos humanos.
La imponente estatua de Montesinos fue obra del escultor mejicano Antonio Castellanos Basich y fue recibida por el entonces presidente Salvador Jorge Blanco. Por un tiempo era una obra majestuosa visitada por muchos. Pero como en las obras oficiales, el mantenimiento muy pronto el esplendor comenzó a decaer. Ahora lo que existe es un lamentable monumento pestilente, lleno de basuras, delincuentes y pervertidos sexuales a la espera de la llegada de clientes, como fue el caso de un nuncio apostólico en la búsqueda de jóvenes sumergidos en el vicio de drogas y sexo.
El reporte de Nuria trae al tapete el desprecio de los gobiernos dominicanos, y por ende de la ciudadanía, a ese donativo mejicano. México desde hace años no está muy conforme y cuando tiene oportunidades saca a relucir su disgusto imponiendo condiciones a los programas de asistencia. Tal como ocurrió con el suministro de petróleo estipulado en el Acuerdo de San José. El país se le ha dificultado el acceso a esas preferencias que casi nunca se ha podido penetrar con facilidad. Recuérdese los problemas sufridos por el país por la rotura unilateral de un contrato millonario con una firma mejicana allegada al gobierno de ese país.
Es prioritario restaurar la belleza e importancia del monumento y sus alrededores con el desalojo de los vándalos que la tienen como de su propiedad. Esto debería ser una obra prioritaria de la administración peledeísta, ahora en su nuevo período que inicia el próximo martes 16. Debe convertirse en una atracción de importancia para los turistas y dominicanos que quieran conocer la historia de los despojos y abusos que cometieron los conquistadores españoles en contra de una indefensa raza que vivía en paz en su territorio. El sermón de Adviento de 1511 de Montesinos fue la voz de alarma para una recapacitación de la corona española. Hasta los esfuerzos de Altagracia Paulino cuando estaba en Pro Consumidor para rescatarlo se diluyeron, por no contar con el respaldo oficial.

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