Un sistema político en el que funcionan los partidos de diversas ideológicas, hay elecciones en las que el pueblo puede expresar sus simpatías, cuenta con Congreso bicameral, ayuntamientos con ciertas autonomías y existe libertad de expresión y difusión del pensamiento, se puede definir con un sistema democrático; pero cuando las dificultades impiden el auténtico y genuino desarrollo de los poderes, se confunden ciertas y determinadas normas, camina a tropezones y de conflicto en conflicto, son un claro indicativo de que esa democracia requiere de bases de sustentación mucho más auténticas.
Desde hace tiempo se han hecho innumerables intentos para fundamentar la vida de la civilización en la razón, separada de la religión y del Evangelio, lo que alentó inmensas esperanzas, pero fracasó rápidamente. La razón pura resultó ser más incapaz que la fe para asegurar la unidad espiritual de la humanidad, y el ensueño del credo científico que había de unificar a los hombres en la paz y las convicciones comunes respecto a los fines y principios fundamentales de la vida y sociedades humanas, se desvaneció.
Porque una sociedad de hombres libres implica algunos dogmas que constituyen la médula de su existencia misma. Una democracia genuina comprende un acuerdo fundamental de las opiniones y voluntades sobre las bases de la vida común. Ha de tener conciencia de sí y de sus principios, y deberá ser capaz de defender y promover su propia concepción de la vida política y social con respeto.
Una democracia genuina debe ser una carta moral y un código cuya validez esté implícita en el cuerpo fundamental de una sociedad de hombres libres. Condicionada a reglamentaciones en las que estén claramente establecidos los derechos fundamentales de la persona humana. Los derechos y libertades políticas y sociales y sus correspondientes responsabilidades. Derechos y deberes de las personas que forman parte de una sociedad incluso familiar. Libertades y obligaciones de ésta con respecto al cuerpo político.
Que defina con mayor claridad los derechos y deberes mutuos entre los grupos y el Estado, y el significado de gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Las funciones de la autoridad en una democracia política y social. Las obligaciones morales con respecto a leyes justas, así como a una Constitución que garantice las libertades del pueblo y los grupos organizados.
Que recuerde las lecciones de la historia. Que no esté indefensa y los enemigos de la libertad no puedan conducirla a su destrucción en nombre de la libertad misma. Una democracia donde el cuerpo político y los poderes del Estado puedan hablar, reunirse y discutir las diferentes opiniones, sin que represente traumas ni conflictos, y no se ofrezcan tan claras evidencias de deficiencias y debilidades institucionales.
En una democracia genuina las instituciones públicas como privadas deben funcionar respetando sus principios, pero también el de los demás. Medidos con la misma vara, sin importar condición social ni política.
Los privilegios, robos, corrupción, desorden e irrespeto son enemigos genuinos de la democracia.