Los enredos del PRD

Los enredos del PRD

Cualquiera creería que un partido con 69 años de historia debería contar con maneras democráticas para resolver sus disputas internas de manera rápida y sencilla, pero una de las características del PRD es que vive una juventud eterna, y la mayoría de sus líderes, aunque muchos peinan canas, poseen la misma insensata rebeldía que los adolescentes.

El PRD se encuentra debatiéndose en torno a si su vencido candidato presidencial, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado, debe asumir la presidencia de ese partido, o si en cambio la jefatura de esa agrupación debe asumirla el ex-presidente Hipólito Mejía o a quien éste apoye.

Detrás de esa lucha lo que se busca definir desde ahora es quién será el candidato presidencial del PRD en 2012.

En la mitología griega, un mismo Hipólito corre tres suertes alternativas como consecuencia de que su madrastra Fedra se enamorase de él.

Lo curioso es que el enamoramiento de Fedra fue el castigo que le impuso a Hipólito la diosa Afrodita cuando éste se hizo devoto de Artemisa.  La cuestión es que el Hipólito griego padece toda clase de infortunios por causa de celos e infidelidades entre humanos y dioses, y en un estado parecido de confusión parece estar nuestro don Hipólito moderno, en peligro de que –como a su homónimo helénico- algún toro salvaje lo tumbe del caballo.

Balaguer solía señalar en conversaciones privadas que entre los dominicanos, cualquier ex-presidente casi seguramente volvería a gobernar.

La historia está llena de ejemplos de ello, y dentro del PRD el único ex-presidente con salud y voluntad para volver es Hipólito Mejía, quien a pesar de los defectos que puedan imputárseles posee el atributo indispensable para cualquier candidato, carisma, que es precisamente lo que parece faltarle a Vargas Maldonado.

Algunas convenciones perredeistas han sido fuente de problemas tan grandes como los que buscaban resolver.

En 1977, tras escoger a Antonio Guzmán como candidato, el PRD quedó dividido cuando comenzó la lucha de las “tendencias”. A mediados de los ’80, una convención en el hotel Concorde terminó en una balacera. Los pleitos entre Majluta y Peña Gómez por poco dividen al partido, y surgieron “planes B” como La Estructura y el BIS.

A la democracia dominicana le conviene un PRD fuerte, unido y en capacidad de cumplir su rol de leal opositor del gobierno.

Baste ver cómo vamos para entenderlo…

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