Los escépticos climáticos ya han ganado, aumenta emisión CO2

Los escépticos climáticos ya han ganado, aumenta emisión CO2

La humanidad ha decidido bostezar y dejar que crezcan los peligros reales y presentes del cambio climático. Ese fue el argumento hecho en la columna de la semana pasada. Nada en las respuestas a esta minaron esa conclusión. Si hubo algo, ellos lo reforzaron. A juzgar por la inactividad, los escépticos climáticos han ganado. Eso hace más notable su sensación de agravio. Para el resto de nosotros, la pregunta que queda es si todavía puede hacerse algo, y si es así, qué?

Al considerar este problema, una persona racional podría seguramente reconocer la extensión del consenso de los científicos climáticos en relación a la hipótesis del calentamiento por la mano del hombre.

Un análisis de resúmenes de 11,944 documentos científicos revisados por científicos del mismo calibre, publicados entre 1991 y el 2011 y escritos por 29,083 autores, concluye que un 98.4% de los autores tomaron una posición que apoyaba el calentamiento global antropogénico, un 1.2% lo rechazaban y un 0.4% no estaba seguro. Proporciones similares surgieron de análisis alternativos de la data.

Una respuesta posible es insistir en que todos estos científicos están equivocados. Eso, por supuesto, es concebible. Los científicos han estado equivocados en el pasado. Sin embargo, para destacar esta rama de la ciencia para el rechazo, simplemente porque sus conclusiones son muy incómodas, es irracional, aunque comprensible.

Esto conduce a una segunda línea de ataque, la cual es insistir en que estos científicos son corrompidos por el dinero y la fama. A esto mi respuesta es: ¿realmente? ¿Es plausible que una generación entera de científicos haya inventado y defendido un fraude obvio por ganancias materiales (modestas), sabiendo que serán encontrados? Es más plausible que los científicos que rechazan la opinión típica hagan eso por razones tales que van desde poderosos intereses que se oponen al consenso climático, y los académicos en su lado del debate son muchos menos.

Desafortunadamente, no obstante lo racional que pueda ser buscar disminuir el riesgo de resultados catastróficos, esto no es lo que está ocurriendo ahora o lo que parece posible que suceda en el futuro previsible.

 La data sobre el calentamiento de los combustibles fósiles desde mediados del siglo XVIII muestra un aumento consistente en las emisiones anuales de dióxido de carbono. Esta data, es cierto, muestra una reducción en la tasa de aumento de las emisiones anuales en los años 80 y 90. Pero esta depresión fue reversada en los 2000, cuando la quema de carbón de China incrementó. Hoy, un 30% del CO2 en la atmósfera se debe directamente a la humanidad.

Lo que está detrás de este reciente aumento en las emisiones es bastante claro: recuperar el crecimiento. China fue responsable por un 24% de las emisiones globales totales en el 2009, contra un 17% para Estados Unidos (EEUU) y un 8% para la eurozona. Pero cada ciudadano chino emite sólo un tercio, tanto como un estadounidense y menos de cuatro quintos que un residente de la eurozona.

China es una economía emergente relativamente gastadora, en términos de sus emisiones por unidad de producción. Pero esta todavía emite menos per cápita que los países de altos ingresos, porque su gente sigue siendo relativamente pobre.

Sus líderes sienten, correctamente, que no hay una razón moral para aceptar un límite mucho menor de las emisiones permitidas por cada individuo chino en relación al nivel de estadounidenses.

A medida que los países emergentes se desarrollan, las emisiones per cápita tenderán a aumentar hacia los niveles de los países de altos ingresos, incrementando el promedio global. Este es el por qué las emisiones por persona aumentaron en un 16% entre el 2000 y el 2009, el cual fue un período de rápido crecimiento en las economías emergentes.

Así que olvide la retórica: no sólo las reservas de CO2 en la atmósfera, sino hasta los flujos, se están poniendo peor. Los escépticos convencidos que lo mejor por hacer es nada, deberían dejar de quejarse: ellos han ganado.

¿Y qué sobre el resto de nosotros? Las posibilidades de que la humanidad logrará la reducción en las emisiones que se necesitan para mantener las concentraciones de CO2 por debajo de 450 partes por millón y así reducir grandemente los riesgos de un aumento en la temperatura global de más de 2°, son cerca de cero. El 25-40% de recorte en las emisiones de los países de altos ingresos para el 2020 que se necesitan para poner el mundo en esa trayectoria, no sucederá.

Pero en ningún sentido esto significa que la inactividad debería continuar. A menos que suceda el escenario más apocalíptico, la humanidad puede ser capaz de frenar las emisiones  y comprarse tiempo. Así que, en esta nefasta situación, ¿qué es lo que hay que hacer? Aquí hay ocho posibilidades.

En primer lugar, aplicar impuestos sobre el carbono. Gravar las cosas malas es siempre un buen punto para comenzar. En el contexto actual, las emisiones son una muy mala.

 Los impuestos son la forma más simple de cambiar los incentivos. Ya que los ingresos se acumularán para cada gobierno, los procedimientos podrían ser deliberadamente usados para bajar otros impuestos, sobre el empleo, por ejemplo. Los complejos asuntos distributivos globales podrían ser ignorados. Sería mejor si fuera posible para los gobiernos comprometerse con una escalera impositiva a largo plazo, dando así a los inversionistas un grado de previsibilidad para el costo del carbono.

En segundo lugar, volverse nucleares. Esta es la razón por la cual Francia es una economía tan extraordinariamente baja en carbono. Es un modelo que otros deberían adoptar, no huir de él.

Tercero, imponer estándares de emisiones realmente duros sobre los vehículos, artefactos domésticos y otras maquinarias. La innovación florecerá en respuesta a la combinación de estándares de precio y de regulación, como muy frecuentemente ha sucedido antes. No sabremos lo que las empresas pueden hacer si no nos atrevemos a preguntar.

Cuarto, crear un régimen comercial global seguro sobre los combustibles de más bajo carbono. Esta es una forma de persuadir a China de alejarse del carbón.

Quinto, desarrollar formas de financiar la transferencia de las mejores tecnologías disponibles para crear, y aún más importante, ahorrar energía a lo largo del planeta.

Sexto, dejar que los gobiernos inviertan en investigación y en innovación en etapas primarias, a través de la combinación de financiar investigación universitaria y apoyar las sociedades privadas y públicas.

Siete, invertir en la adaptación a los efectos del cambio climático. Esto seguramente también tiene que ser un foco de asistencia de desarrollo en el futuro. Tal adaptación puede bien incluir movimientos de personas a gran escala.

Finalmente, pensar a través de la geoingeniería, la manipulación del planeta a gran escala para revertir el cambio climático, a pesar de lo terrible que es esa idea.

Nada de esto puede ser suficiente para eliminar los riesgos de cambios climáticos seriamente adversos. Pero parece ser lo mejor que podemos hacer ahora, dadas las presiones económicas.

El intento por cambiar nuestras opciones de las que ahora guían las siempre crecientes emisiones, ha fallado. Por ahora, continuarán fracasando. Las razones para este fracaso son profundas. Sólo la amenaza de un desastre más inminente es posible que cambie esto y, para entonces, puede ser demasiado tarde.

Esta es una verdad deprimente. Puede también demostrar ser un fracaso condenatorio.

LAS CLAVES

1.  Consecuencias

 Lo que está detrás de este reciente aumento en las emisiones es bastante claro: recuperar el crecimiento. China fue responsable por un 24% de las emisiones globales totales en el 2009, contra un 17% para Estados Unidos (EEUU) y un 8% para la eurozona.

2.  Fracaso
 El intento por cambiar nuestras opciones de las que ahora guían las siempre crecientes emisiones, ha fallado. Las razones para este fracaso son profundas.

ZOOM
24
Por ciento.
De las emisiones globales totales En el 2009 son responsabilidad de China y un 17% de EEUU.

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