Los eternos fantasmas de Negroponte

Los eternos fantasmas de Negroponte

HAMLET HERMANN
John Negroponte ha sido nominado por el presidente W. Bush para ocupar el cargo de Director Nacional de Inteligencia. Tendremos al veterano diplomático de 65 años como director del DNI, por obra y gracia de que dos personajes, Robert M. Gates (ex de la CIA) y William Barr (ex Procurador General), rechazaron la propuesta con anterioridad. Para Negroponte esto parece ser otro de los retos que ha enfrentado en la administración pública por más de cuatro décadas.

El personaje parece muy interesante porque proviene de una familia con mucho dinero; su padre era un rico naviero de origen griego. Además, se casó con la hija del ¿chairman? de una de las mayores empresas del acero de Gran Bretaña. Y uno tiende a preguntarse ¿qué tipo de emociones o de riesgos ha estado buscando este individuo en el servicio público teniendo una admirable posición social y económica asegurada, sin haber aspirado alguna vez a un cargo político electivo?

Empezó con poco más de veinte años de edad como funcionario político en Vietnam. Allí duró cuatro años mientras la agresión norteamericana escalaba con los peores métodos. Por sus calificaciones como oficial político, Henry Kissinger lo reclutaría para el Consejo de Seguridad Nacional. Negroponte rompería con el artífice de la diplomacia mundial por considerar que era demasiado condescendiente con los vietnamitas que habían derrotado militarmente al imperio. Gracias a su posición social y económica logró sobrevivir a ese enfrentamiento siendo designado entonces como embajador en Ecuador y, más adelante, Grecia. Luego tendría su papel como embajador en Honduras, en los momentos en que ese país era utilizado como un gran portaviones norteamericano en América Central para agredir a la revolución sandinista de Nicaragua. Su vinculación estrecha con el general Gustavo Álvarez Martínez, jefe de los escuadrones de la muerte del batallón 316 creó los eternos fantasmas de Negroponte. La estrecha asociación con violaciones a los derechos humanos en Honduras y con el escándalo Irán-contras es algo de lo que nunca se ha podido desligar.

Todavía Negroponte tendrá que presentarse ante el Senado para la confirmación. Pero ya debe estar acostumbrado a que le saquen a relucir sus recurrentes fantasmas. A pesar de estar estigmatizado por sus inexplicables participaciones ha sido capaz de superar este obstáculo congresional dos veces en el pasado reciente. Primero cuando fue designado como representante ante la Organización de Naciones Unidas y luego como Embajador en el Irak ocupado por las tropas norteamericanas. Así que no hay que dudar que el careo en el Senado sea sólo una mera formalidad, más allí donde los Republicanos abundan y hasta sobran.

En su contra, Negroponte tendrá el impedimento de que su puesto no tiene nivel de miembro del gabinete, es decir, no tiene categoría de ministro ni cartera específica dentro del organigrama del gobierno. Sus problemas empezarán cuando trate de coordinar los trabajos de quince agencias de inteligencia que existen dentro del gobierno de Estados Unidos. Acostumbrados a manejar un presupuesto de más de 40 mil millones de dólares, es dudoso que alguien esté dispuesto a entregar sus respectivos territorios y sus valiosos recursos a un recién llegado con un rango de segundo nivel. Sólo habría que pensar en la reacción de Donald Rumsfeld, el súper Ministro del Pentágono, quien ha ampliado el control de políticas y de acciones de inteligencia independizándose hasta de la Casa Blanca. El ave del DNI no tendrá una rama donde posarse.

El Departamento Nacional de Inteligencia parece que será una superestructura sin infraestructura propia. No tiene siquiera presupuesto propio ni un local para las oficinas de su Director, menos aún del personal que con él colaborará. Y puede apostarse que les será, como siempre, difícil resolver uno solo de los problemas de inteligencia que aquejan a aquel gobierno. De todas maneras, en Estados Unidos deben alegrarse de que, por fin, van a tratar de aprender a manejar las cuestiones del espionaje fuera de los seriales de televisión donde siempre son los mejores de los mejores. Quizás Negroponte sea el personaje adecuado para esas funciones porque fue capaz de presentarse ante el Consejo de Seguridad de la ONU y justificar la invasión contra Irak repitiendo una y otra vez que Hussein contaba con armas de destrucción masiva, armamento químico y biológico y muchas otras cuestiones que han probado ser las más grandes mentiras alguna vez dichas ante la humanidad. Y el que es capaz de desempeñar un papel así es capaz de cualquier cosa.

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