Los excesos de la discrepancia

Los excesos de la discrepancia

Los desacuerdos en el marco de servicios públicos esenciales como los de las áreas de la Educación y la Salud Pública deben expresarse dentro de límites razonables. Si médicos y maestros se lanzan fácilmente a batallas de paralizaciones y protestas que obstaculizan porque tales o cuales cosas no se aplicaron exactamente como ellos prefieren, lo que comienza a caer en quiebra es el principio de autoridad; y a ellos mismos ha de perjudicarles que los organismos a que pertenecen caigan en desbalances de funcionamiento que neutralicen los ejercicios de dirección que velan por la disciplina y la coordinación del todo. No deben pretender que cada decisión, importante o no de los ministerios y organismos normativos afines esté sujeta a un poder de veto que no existe.

Como tampoco procede, más allá de escuchar y conciliar posiciones, que aquellos que dirigen con plenitud legal en el Estado, disminuyan indefectiblemente sus facultades ministeriales en concesión a los pareceres de agremiados. Cierto que siempre se debe escuchar a las partes. Tratándose de autoridades legítimamente constituidas, es a ellas a las que en primer término la sociedad exige el cumplimiento de obligaciones para que la enseñanza y la asistencia hospitalaria sean óptimas, objetivos difíciles de alcanzar si en tales ámbitos persiste la resistencia casi automática a directrices con efectos trastornadores que niegan solución a los problemas.

Pugilato con devaluación

Los peledeistas no deben creerse en licencia de combatirse desastrosamente entre ellos sin que el pueblo que desde gradas observa, los juzgue deplorablemente en el contexto de lo que es la política y el comportamiento democrático que internamente debe observar cada partido. El destripe morado con insultos a multitudes sin afiliación que defendían la integridad de la constitución incluye lanzar estiércol hacia arriba sin que los denigrantes puedan escapar al embarre de deméritos que luego baja.

Y como el pleito es entre gente conmucho apetito de poder y de alternarse en los disfrutes, su espectáculo decepciona y hiere a mucha gente que no tienen nada que ver con el conflicto… y que vota y a lo mejor pasa rápidamente a ver en las deslealtades y ferocidad del enfrentamiento una autodescalificación de tirios y troyanos.

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