Yo lo que quiero es que la Policía vaya al barrio a respaldarnos durante el velorio, porque esa gente (homicidas) no son fáciles, ellos se atrevieron a ir al hospital donde llevaron a los muchachos a averiguar quiénes murieron y cuáles quedaron vivos, y podrían volver al barrio, nosotros tememos por nuestras vidas y por nuestros familiares.
Ese es el testimonio de un familiar, quien se negó a ser identificado, de los tres jóvenes asesinados el miércoles a las 10:00 de la noche, en la calle La Altagracia en El Pentágono de Las Palmas de Herrera, por desconocidos a bordo de un carro.
Los muertos son Johan Fernández Batista, de 23 años; Luis Alberto Tapia Ramos, de 27, y Edwin Cabrera González (El Muerto), de 33. Este último fue identificado como jefe de un punto de drogas que operaba en el lugar del hecho.
En el tiroteo resultaron heridos José Manuel González, de 27 años, y Juan Misael Hernández, de 29 años, quien murió ayer en el hospital Francisco Moscoso Puello.
Según versiones, los agresores le dijeron a Cabrera González (El Muerto), mira lo que te mandán y le dispararon.
El Muerto habría recibido 19 impactos de bala, aunque esto no fue confirmado por Patología Forense.
Los vecinos dicen que lo mandó a matar un hombre identificado solo como Gilber, quien quiere el control del punto de drogas.
En tanto que la madre de Johan Fernández Batista aclaró que su hijo no estaba involucrado con el grupo que operaba el punto de drogas, sino que él pasaba por el lugar cuando ocurrió la balacera.
Mi hijo salió a comprarle la leche y pampers a su hijo de cinco meses, él venía bajando cuando empezaron a dispararle a todos los que estaban en la calle, dijo entre lágrimas María Sánchez. Explicó que su hijo era un muchacho muy trabajador y era chofer en una compañía de cosméticos.
Esa versión la confirmaron algunos de los vecinos del barrio que se atrevieron a hablar, pero sin dar sus nombres: el único que no tenía que ver con eso era Johan, era un muchacho trabajador, sano y tranquilo, manifestaron.
En tanto que sobre El Muerto, aunque afirmaron que era jefe del punto de droga, lamentaron su muerte, porque era un hombre muy servicial, él ayudaba a todos, compraba recetas, le pagaba los estudios a jóvenes, manifestaron.
Afirmaron que en el barrio no había ladrones, ya que a quien se atrevía a robar El Muerto le daba su pela y después lo llevaba a la Policía. Él no se metía con nadie, tenía el control en el barrio, expresaron.
Velorio. En tanto que algunos jóvenes montaron una carpa en el lugar donde ocurrió el tiroteo, para velar a El Muerto en la calle.
Sin embargo, la Policía no permitió que el velatorio se realizara en la calle para mantener el orden, por lo que agentes policiales se mantenían apostados cerca del lugar.
Uno daba tumbes de drogas. El Presidente de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), mayor general Rolando Rosado Mateo, afirmó ayer que uno de los hombres que fue asesinado a tiros la noche del miércoles junto a otros dos en el sector de Herrera hacía tumbes con drogas falsas.
Aunque no especificó su nombre, se cree que el funcionario se refería a Edwin Cabrera González «El Muerto», de 33 años de edad, quien era el jefe de un punto de drogas del populoso sector, y quien fue acribillado por desconocidos junto a Johan Fernández Batista, de 23, y Luis Alberto Tapia Ramos, de 27.
«Fundamentalmente, él murió como quiso vivir, de manera violenta y al margen de la Ley», puntualizó el Presidente de la DNCD, quien al referirse al caso dijo que en ese bajo mundo se registran hechos de violencia de manera regular.
Rosado Mateo atribuyó las muertes y todos los hechos de violencia que se registran, a que la sociedad ha abandonado los valores y principios éticos que consideró le dan fundamento y que le alejan de ese tipo de males.
En unas escuetas declaraciones a la prensa, el máximo representante del organismo antinarcóticos aseguró que la DNCD seguirá dando respuesta al narcotráfico.
Rosado Mateo ofreció declaraciones tras acudir a una eucaristía de acción de gracias por el primer aniversario del inicio de las labores del Tribunal Superior Electoral (TSE). El servicio religioso se realizó en la Catedral y fue oficiado por monseñor Benito Ángeles.