Desde la promulgación de la Ley 87-01 que creó el Sistema Dominicano de Seguridad Social, uno de los temas más espinosos y de mayor discusión son los Fondos de Pensiones que son administrados por las llamadas AFP. Con el agravante, de que en el último año se ha convertido en un reclamo social hasta con vestigios coléricos.
En virtud de ello, con la aparición de la pandemia y los embates y ralentización que la misma ha propiciado en la economía global y de cada individuo el reclamo por el acceso a estos fondos se ha recrudecido. Por tal razón, se han puesto en evidencia la deshumanización, el contubernio político y las grandes falencias que tiene dicha legislación.
Fallas de origen.
Aunque en democracia representativa el voto legítima las acciones licitas de los representantes; el primer gran problema con los Fondos de Pensiones es que para tomar una decisión de esa envergadura debió buscarse por lo menos un mecanismo efectivo de consulta a la población para saber su opinión al respecto.
Además, es inconcebible e irracional que una situación que seguirá al dominicano hasta el día de su muerte fuera tomada de motu propio y sin consultar a nadie por legisladores que fueron elegidos para un período de 4 años. Es como si te hubiesen casado con una mujer sin haber dicho que sí.
En virtud de ello, me surgen algunas inquietudes. ¿Por qué le preocupó tanto mi retiro a la misma clase política y empresarial que ignora nuestra situación actual? ¿Por qué el propio Estado no es el administrador y gestor de esos fondos? Y, ¿quién importa más para la clase política quienes los eligen o quienes financian sus campañas?
En sentido, todo el liderazgo político tiene la obligación social de dar respuesta a este reclamo ya sea de manera positiva o negativa, pues también los líderes tienen la responsabilidad de orientar y educar en estos temas a sus seguidores. Seguir obviando el tema puede desatar más temprano que tarde una situación inmanejable.
Mis Propuestas.
No hay que ser un genio para darse cuenta que la clase política y las aseguradoras de los fondos, no están interesados siquiera en discutir ni escuchar las inquietudes de aquellos que reclaman el 30% de sus fondos de pensiones. Toda vez que, para esa trampa vulgar y bien orquestada entraron en conchabanza los tutumpotes y los Robin Hood de la política.
Sin embargo, al margen de la discusión del 30% el debate perentorio debe ser la reforma integral y humanización de esa ley para que los verdaderos y únicos dueños de esos recursos puedan acceder a ellos en momentos especiales y particulares. Verbigracia, enfermedad, accidentes, emprendimiento, inmuebles etc.
En tal sentido, resulta displicente e inaceptable tener que seguir viendo personas ir a los medios de comunicación o al Plan Social a pedir limosnas para una operación, tratar un cáncer o para la compra de unos clavos teniendo al mismo tiempo cientos de miles de pesos en su AFP y que son usufructuado por otras personas. De igual forma, son inhumanas las trabas y dilaciones a las que son sometidos los herederos de una persona para poder recibir los fondos del occiso. Y, hay que propiciar el acceso a los fondos como garantía para la compra de un inmueble ya que muchas veces hay que tomar préstamos para adquirir un Apto que fue construido con el mismo dinero de uno. Si eso no es un robo vulgar, entonces Colón nos descubrió.