Los fracasos gubernamentales

Los fracasos gubernamentales

TEOFILO QUICO TABAR
Muchas personas no se explican porqué se producen tantos fracasos en las gestiones gubernamentales si los candidatos ganadores, sus partidos y los equipos que los acompañan llegan al gobierno llenos de entusiasmo y dinamismo; sin embargo al correr del tiempo las promesas, el entusiasmo y el dinamismo se diluyen en cuestiones que no responden a las necesidades sentidas de las mayorías, ni a las cosas con las cuales se habían comprometido.

Independientemente de los compromisos que muchos suelen hacer en medio del fragor de sus campañas y las ataduras que se crean a su alrededor como factor de triunfo, hay aspectos determinantes en los fracasos, que representan al mismo tiempo una gran paradoja dentro del intríngulis político partidista.

Se trata de los criterios que han primado en los presidentes para la escogencia de funcionarios, pues según la experiencia acumulada, una gran parte sufre el mal de la pusilanimidad, además de que comprometidos con el clientelismo partidista como forma de mantener vigencia ante las «masas partidarias o grupales», se olvidan casi siempre de sus reales compromisos con la nación.

Y es una paradoja, porque en un país como el nuestro, donde el gobierno tiene tanta influencia, una de las cosas que más motiva a los dirigentes a aglutinarse en torno a un candidato con posibilidades, es la oportunidad de alcanzar una posición importante en el tren gubernamental, lo que es legítimo, pero ante la ausencia de verdadera carrera administrativa y débil institucionalidad, la influencia del clientelismo se convierte en muchos casos en verdaderos factores de fracaso, puesto que anteponen los intereses de grupos a los verdaderos intereses nacionales.

Igualmente ocurre con aquellos que sin ser dirigentes políticos se aglutinan alrededor de los candidatos o de los presidentes, en busca de oportunidad de ingresar al gobierno. Contrario a los dirigentes políticos, al no tener compromisos partidarios, la mayoría solo obedece a intereses de grupos económicos o personales y olvidan sus responsabilidades.

No se trata de que los dirigentes políticos no sean tomados en cuenta para ocupar posiciones importantes en el tren gubernamental, sino que deberían existir mecanismos que rijan los criterios de selección bien definidos en cada área. Personas no solo con verdadera vocación de servicio y reconocida solvencia y capacidad, sino también libres de ataduras con conflictos de intereses de toda índole.

Un gobierno en manos de dirigentes políticos pusilánimes y de funcionarios que responden a intereses particulares o de grupos, está destinado al fracaso a la corta o a la larga, y los resultados inclinarán la balanza hacia el desastre final. Mientras más comprometidos con intereses están los funcionarios, mayores riesgos corren los presidentes y los gobiernos de fracasar.

En los países avanzados, donde la administración pública en su mayoría está al margen de los vaivenes político partidarios, la estabilidad en sus funciones como factor de éxito, permiten cosechar los avances deseados. Cuando los funcionarios tienen la seguridad de una estabilidad que le garanticen permanencia y progreso, son la mejor vía para acabar con la corrupción, el desajuste institucional y la pusilanimidad como factores de fracaso político.

Eso no quiere decir que los funcionarios en los países avanzados no tengan simpatías políticas, sino que conscientes de que son servidores del Estado, sin importar el partido, se sienten comprometidos con las funciones de forma profesional y defienden sus instituciones muchísimo mejor que aquellos que de manera efímera ocupan posiciones solo por ser dirigentes, y como es por poco tiempo, tienden a buscárselas de manera rápida y al margen de los escrúpulos.

Ojalá llegara el tiempo, y que sea pronto, donde una de las tareas más importantes del gobierno como factor de éxito, sea ponderar su equipo y tratar de cualquier forma que sea libre de ataduras y de conflictos de intereses, procurando que en vez de concluir con tendencia hacia fracaso, hacerlo exitosamente como debe ser su compromiso y obligación.

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