Los franceses son reyes  de las sabrosas ostras

Los franceses son reyes  de las sabrosas ostras

París.  EFE.  Un paseo por París es siempre aconsejable; si en ese paseo, además, incluimos alguna pausa gastronómica, la experiencia puede convertirse en algo inolvidable… aunque no se trate de disfrutar de la gran sabiduría culinaria de los franceses, cuya cocina, dígase lo que se diga, sigue siendo la mejor del mundo, sino de su despensa.

Porque si hay algo que, a priori, parece la antítesis de la cocina es embaularse un par de docenitas de ostras tal cual, sin más tratamientos. Los franceses son los reyes de las ostras. Usted se pasea por alguno de los maravillosos mercados callejeros de París y, al llegar a un puesto de ostras, se encandila, a poco que le gusten a usted estos bivalvos. Allí están, perfectamente clasificadas y diferenciadas, diez, doce, catorce tipos distintos de ostras. Que, desde luego, se puede usted llevar a casa. Pero lo suyo es proceder al aperitivo in situ. Usted selecciona sus ostras favoritas,  pide y paga su docenita y le dice al ciudadano que atiende el puesto que se las vaya abriendo. Va usted sorbiendo sus ostras, se bebe  media botella de champaña, y sale del mercado  feliz.  

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