El pais.Entrevista al seño Alejandro Ascencio zacatecas del cementerio Cristo Redentor.Hoy/Pablo Matos 4-2-2021
El sol era inclemente en el cementerio Cristo Redentor, y al zacateca Alejandro Ascencio le sobraban ganas para trabajar, pese al agobiante calor de la mañana. Vana ilusión. El viernes pasó como los demás días de la semana: sin nada que hacer y sin dinero que llevar para el sustento de su esposa y sus dos hijos.
El Zacatecas aseguró que ha estado dos y hasta tres meses “sin dar un golpe ni de karate”, pues tras la llegada de la pandemia le redujeron al mínimo la jornada laboral, por ello, construir tumbas y enterrar muertos en el cementerio se convirtió en una novedad.
“Nosotros teníamos un horario normal de 6:00 de la mañana hasta las 6:00 de la tarde y hubo un cambio en el que, hasta hace dos semanas, estaban cerrando a las 10:00 de la mañana, y eso es complicado para mí porque construir una tumba se lleva mínimo dos horas”, explicó Ascencio.
El obrero se refiere a los distintos toques de queda que dispuso el Gobierno para frenar contagios del coronavirus, pero él desconoce esa razón, lo que sí sabe es lo difícil que resulta retirarse al hogar sin un peso cuando el día aún está empezando.
Señaló que por un breve tiempo el cementerio cerraba a las 3:00 de la tarde y que ahora cierra a las 5:00, “y uno lo ve injusto eso porque afectaba a los clientes y nos afectaba a nosotros. Si me cierran la puerta del cementerio y no puedo traer material ¿cómo hago mi trabajo?,” condenó el zacateca.
Ascencio desempeña su oficio desde muy joven. Tiene 49 años de edad y 38 años como zacateca. Siente orgullo porque pertenece al Sindicato de Trabajadores de Construcción del Cementerio Cristo Redentor.
Sin embargo, aclaró que todos trabajan de forma independiente y explicó que aunque la construcción de una tumba sencilla cuesta 15 mil pesos, lo difícil es conseguir el cliente, debido a que hay cientos de zacatecas en el lugar y pocas horas de trabajo.
por tanto, llevar el pan a la casa sin tener que endeudarse, no es más que un espejismo que el zacatecas quisiera alcanzar.
“Uno se maneja cogiendo prestado allí, fiado aquí y el día que aparece algo sustancioso, pues entonces uno le paga a quien le debe, y en el día a día trata de sobrevivir”, señaló.
Pero luego que llegó la pandemia, pagar esas deudas ha sido más difícil. “Ahora tenemos menos trabajo porque alguien que no tiene a nadie enfermo, con esta pandemia lo que trata es de no gastar su dinero porque no está consiguiendo”, argumentó.
Tras la pandemia, la deuda de Ascencio ascendió a 100 mil pesos, no obstante, indicó que está agradecido porque tiene casa propia en Villa Palmar de Pantoja y uno de sus hijos trabaja, lo que junto al programa del Gobierno “Quédate en Casa”, funge como un aliciente a su bolsillo.