BARCELONA .— Los funcionarios de Cataluña iniciaban el lunes su primera semana de trabajo desde que el gobierno de España asumió el control de la región luego de anular una declaración de independencia y cesar a su gobierno en pleno.
Todos los ojos estarán puestos en si la transferencia de poder será tranquila o si enfrentará oposición, lo que podría agravar una crisis que dura ya un mes.
A primera hora de la mañana del lunes no había indicios de que el cesado expresidente catalán, Carles Puigdemont, u otros miembros de su ejecutivo fuesen a intentar ocupar sus oficinas, luego de que el parlamento de la comunidad autónoma proclamó la independencia de España tras una votación secreta en la que no participaron todos sus legisladores.
Puigdemont prometió una “oposición democrática” y pacífica a la destitución de su gobierno, pero no aclaró si esto significa aceptar la convocatoria de elecciones anticipadas como una vía para acabar con el estancamiento político.
El exdirigente podría ser acusado hoy de rebelión por seguir adelante con el proceso secesionista.