Los géneros borrosos

Los géneros borrosos

Los diseñadores de modas de vestir han llegado a ser “dictadores de las costumbres”. Ellos decretan si las corbatas se llevan anchas o estrechas, si las faldas deben ser largas o cortas. También deciden las tonalidades y colores más apropiados para cada estación del año. Incluso si nuestras camisas deben ser estampadas, “lisas” o de rayas. Un buen día, los grandes modistas europeos y americanos, podrían determinar que el color adecuado para los varones es el rosado; y para las mujeres, el verde olivo. Sería éste un cambio fundamental en nuestras ideas acerca de los géneros masculino y femenino. Una verdadera “revolución sexual”.

Las mujeres ya usan pantalones en todo el mundo; ciertos vestidos para jovencitas incluyen corbatas a la manera masculina. Hace algún tiempo se intentó que los hombres empezaran a utilizar una prenda parecida a la falda femenina. Presentadores de televisión, animadores de espectáculos, acogieron la “falda para hombres”, la mostraron al público y trataron de que fuera aceptada; pero la idea “no prendió”. Hubo risas y bromas y un pasajero escándalo en los medios de comunicación. Unos pocos artistas de música “pop” aprovecharon la nueva prenda para fines publicitarios. Por un instante se sintieron “rompedores” de las normas conservadoras. Después, la falda masculina cayó en el olvido.

Hubo defensores de esta moda que argumentaban: los escoceses son muy masculinos y usan faldas; la “ropa no cambia el sexo”; los pantalones para mujeres resaltan las formas femeninas y atraen a los hombres. No obstante, un amigo “recalcitrante”, comentaba en una barra: cuando los hombres vayan vestidos de rosado y las mujeres de verde olivo, se producirá “un eclipse de la sexualidad normal”. Según parece, el propósito final es que las “fronteras de género” vayan haciéndose borrosas.

¿Qué pensarían los niños de nuestra época si sus padres cambiaran, repentinamente, de indumentaria? ¿Que las madres amanecieran con botas de minero y los padres con zapatillas de salto? A la confusión que sería de esperar en el primer momento, es posible que siga la adaptación o “acomodamiento” a las nuevas circunstancias. ¿El trastorno psicológico de los individuos, podría ir acompañado de cambios sociales y políticos? ¿Qué opinarían los psiquiatras vieneses de los tiempos de Sigmund Freud?

 

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