Los genocidios olvidados

Los genocidios olvidados

En el proceso de Nuremberg no se mencionaron los genocidios cometidos por los rusos, ni mucho menos los que llevaron a cabo los norteamericanos con los bombardeos atómicos a Hiroshima y Nagasaki. Solamente se concentraron a relatar, con pormenores alucinantes, al exterminio de los judíos por los alemanes comandados por Hitler.

Y eso resultó así porque los vencedores siempre establecen las reglas que les convienen para su beneficio frente a la historia. Luego de la segunda guerra mundial resultó un tabú recordar, por ejemplo, a los quince mil oficiales polacos, prisioneros de guerra, asesinados por los rusos en el bosque de Katyn.

Aquel horroroso genocidio tuvo su justificación con el beneplácito de los Aliados para no disgustar a Stalin, quien combatió a los nazis, después de haberse aliado con ellos para destruir a Polonia.

Polonia había caído bajo las garras de Hitler y Stalin. Como buenos colegas se frotaron las manos de contento y en un pacto que firmaron Ribbentrop y Molotov, Alemania se apropió de 18 millones de hectáreas y Rusia de 20.

En el reparto, también incluyeron prisioneros. A Stalin le tocó millón y medio, los que fueron internados en el interior de Rusia.

De ese millón y medio, la parte selecta, la oficialidad, los científicos y literatos -15 mil polacos- se enviaron a los campos de concentración de Starobelka, Ostachgov y Zozielsk.

Recibían cartas de sus familiares y las contestaban.

Se supo de ellos hasta la primavera de 1940.

Unos tres años después, el mundo conoció la noticia macabra, horripilante.

Quienes se encargaron de divulgarla fueron los alemanes que en esa época eran enemigos de los rusos.

Las tropas alemanas habían avanzado bien adentro del territorio ruso y explorando en aquel lugar del bosque de Katyn, encontraron enormes fosas de 4 mil cadáveres, único vestigio de los 15 mil oficiales polacos asesinados por los rusos.

El acontecimiento conmovió al mundo, pero no se hizo nada para castigar tan horrible asesinato en masa.

Por los documentos que les fueron encontrados a los cadáveres, se pudo establecer la fecha de sus muertes, coincidentes con el traslado de los prisioneros polacos al interior de Rusia.

Hace años una comisión internacional de doce países entre ellos Francia, Italia, Suiza, Bélgica, Finlandia, Holanda, Checoslovaquia, Rumania, comprobaron sobre el terreno el origen de esta matanza y concluyeron que fueron los rusos sus autores.

A Fidel Castro cuando viajó a Polonia, le enseñaron los campos de concentración donde fueron eliminados los judíos. Pero no fueron capaces de llevarlo al bosque de Katyn para que comprobara el exterminio de esos mismos polacos por los comunistas rusos.

Ni las víctimas de Hamburgo y Bremen -ciudades arrasadas por el bombardeo Aliado- ni las de Hiroshima y Nagasaki por las bombas atómicas norteamericanas, cuentan.

En una selección del asesinato en masa, siempre se ha historiado y se castiga el exterminio judío.

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