Su producción para la alimentación se remonta al siglo II en China, con la soya, el trigo y las judías, de la familia de las leguminosas (habichuelas), según refieren datos en la web; sin embargo, se pueden producir germinados o brotes de diversas semillas de la huerta.

Su uso no es muy común, aunque últimamente los germinados han adquirido un sitial preferencial con los cambios que se han dado en la manera de alimentación dirigidos básicamente a cuidar la salud y la estética.

Basta con ver los germinados, con su la textura crujiente y el frescor que muestran, para interesarse en ellos. ¡Lucen apetitosos!

Características nutricionales. Los germinados o brotes se caracterizan por ser una amplia fuente de vitaminas que aportan vitalidad al cuerpo por sus variados nutrientes.

En dietas alimenticias en las que se persigue la sanidad, estos tienen un papel fundamental.

Los germinados son utilizados en platos muy gourmet, ya que les aportan gran sabor. En cuanto a bienestar para el cuerpo, a estos brotes se les compara con las frutas y las verduras, pero las supera en enzimas.

Otra de las características de los germinados es que se pueden adquirir todo el año y en cualquier región del mundo.

Ah, y lo más importante de estos es lo rápido y fácil que se pueden cosechar, en solo una semana se pueden tener germinados en gran abundancia.

Datos respecto de cómo se producen indican que con solo un kilo de leguminosas se podrían obtener entre 10 y 14 kilos de germinados frescos.

Los germinados o brotes contienen además, clorofila, importante sustancia para combatir la anemia, y son revitalizantes y antitóxicos por excelencia, es un alimento completo.

Estudios indican que los germinados tienen un alto contenido nutricional y se pueden obtener de cereales como el trigo, la alfalfa, el girasol, el rábano, la soya, y todo tipo de granos de la familia de leguminosas.

¿Salud? Se dice que otra de sus propiedades es que son un elemento excelente en el proceso de depuración del organismo.

ZOOM

Germinados o brotes caseros

Se pueden hacer de lentejas, garbanzos, semillas de girasol, habichuelas blancas…, es súper sencillo, solo se requiere de un tarro de cristal, según la necesidad, una tapa de malla o tela de tul o una media, y una goma de elástico. Se vierte una cucharada de las semillas que desee germinar. Se rellena el tarro con agua, dejando por lo menos un espacio de tres dedos por encima de las semillas, cubrir con la malla y dejarlo durante una noche o por un espacio de 8 a 10 horas en un lugar oscuro. Después, se le escurre el agua con la malla puesta y se deja el tarro de forma inclinada o boca abajo para que sigan escurriendo el agua. Se enjuagan dos veces por día para evitar hongos y cuando salgan los brotes, se ponen a la luz. Cuando los brotes tengan entre 2 y 3 cm se dejan escurriendo, pero en una ventana donde reciban luz solar para la clorofila. Al cuarto día estarán listos para consumir. Si no desea que continúen creciendo, puede quitarlos de donde los tiene germinando y llevarlo a la nevera en un lugar sin mucha humedad. Duran de 8 a 10 días.