Una situación que afecta a todos los dominicanos y en una escalada de ascendente peligrosidad, es el auge de la delincuencia que ha llevado el temor a todos los rincones del país y despejando las calles de los noctámbulos que antes eran asiduos ocupantes de los sitios públicos.
En los primeros 12 años del siglo XXI, el desmoronamiento del núcleo familiar con la disgregación de sus integrantes por las demandas laborales ha lanzado a las calles a miles de jóvenes que no reciben aquella educación básica del hogar, que moldeaba y forjaba a los ciudadanos responsables, para dar paso a los inconformes, que si provienen de una clase baja, perfila a los que en la delincuencia encuentran su razón de vivir.
De ahí que el auge de la delincuencia, con su arrastre mortal de víctimas inocentes, nos ha alarmado a todos, dando nacimiento al sentimiento de querer ver a todos los antisociales bajo tierra dándole pabajo como se dice popularmente, ya fuera por aquellos intercambios de disparos o por drásticas acciones policiales, y hasta que aparezcan los vengadores anónimos, como el caso de hace algunos días cuando una doctora fue asaltada y encontró un ángel guardián que hizo justicia en contra de uno de los malhechores.
Es tema obligado de conversación la exigencia de la mano dura para enfrentar la delincuencia, ya que por experiencia se sabe que la justicia y sus jueces son muy deficientes y complacientes, que mandan a las calles a esos antisociales sin ni siquiera calentar las celdas a donde supuestamente son enviados, y todos, en nuestro fuero interno, deseamos la eliminación drástica de los delincuentes. Esto ha impactado en otro sector social, muy mal visto por la ciudadanía, que arropados de cargos electivos, provienen de la sociedad, pero se han maleado dando un mal ejemplo que ha estimulado la reacción cívica en contra de los políticos y en especial de los legisladores.
Entonces, los legisladores tan mal vistos por la sociedad y expuestos a la crítica pública más enconada de los pasados 50 años, han querido curarse en salud para rehacer su deteriorada imagen de falta de delicadeza para el aprovechamiento de sus cargos, que ni siquiera el Poder Ejecutivo, en su presupuesto del 2013, los afectó en acciones de austeridad para no tocarlos en sus privilegios de exoneraciones, barrilitos, gastos de representación y otras condescendencias económicas que los han colocado a un nivel de rechazo muy notable frente al país.
Por eso, un grupo de legisladores, entusiasmados frente a la máxima autoridad policial, que no se conoce por su mano blanda, evacuó el sentir colectivo de la sociedad de hacer justicia en contra de los antisociales, y para hacerse los graciosos frente a ese jefe policial, le pidieron y recomendaron la aplicación de la mano dura de la eliminación física de seres humanos perdidos para una rehabilitación aliviando al país de un cáncer que cada día se extiende por todos los rincones nacionales. Los legisladores, con sus propósitos de ver si recomponen su imagen tan desacreditada frente al país, se pasaron de graciosos y aun cuando fueron pocos los que se desnudaron públicamente, no hay dudas de que quienes lo hicieron expresaron el sentir de una mayoría, brindándoles una vía para limpiarse de los embarres, que como políticos arrastran, y cada día crece el rechazo hacia esa clase que solo ha sabido aprovecharse de sus posiciones para enriquecerse.