Los grandes desafíos de un maestro hoy

Los grandes desafíos de un maestro hoy

CARTA DE UN ALUMNO A SU MAESTRO

“Enséñame cómo aprender y no qué aprender, enséñame a pensar y no tan sólo qué debo pensar.

No me regañes delante de mis compañeros. Me haces sentir humillado y temeroso de ser rechazado por ellos, aceptaré mejor tus correcciones, si me las haces calmadamente y en privado…

No me insultes con palabras, ni con gestos despectivos. Me haces sentir menospreciado y sin ánimo para corregir mis faltas y debilidades….

Confía en mí y demuéstrame tu confianza… Trátame con cariño, cortesía y respeto. De esta forma te admiraré y, por lo tanto, desarrollaré un profundo respeto por ti….

No me ruegues ni me implores que me porte bien. Te obedeceré cuando me lo exijas con firmeza y sin hostilidad.

Procura hacer clases amenas e interesantes, en las que yo pueda participar. Me aburro cuando todo es rutina…

Cuando te haga preguntas, no me digas “eso ya lo expliqué”. A veces tus explicaciones no son claras o suficientes para mí; si pregunto es porque quiero entender y aprender.

No tengas preferencias. Cuando alabas a uno e ignoras a otros, deterioras nuestras relaciones y haces de mis compañeros mis enemigos.

Cuando me criticas para corregirme, me defiendo y no acepto mis defectos. Sólo si acepto mis fallos, podré tratar de corregirlos. Ten en cuenta que aprendo más de quien no me desprecia.

No aceptes mis excusas ni mis ruegos por el incumplimiento en mis tareas. Cuando debo asumir las consecuencias de mis faltas, aprendo a responsabilizarme por mis deberes.

Escucha lo que te digo con atención e interés. Si me ignoras o me callas cuando trato de expresarme, entiendo que mis ideas son tontas y que, por lo tanto, mi inteligencia es corta.

No me compares con mis compañeros, ni con mis hermanos en años anteriores..

Trata de conocerme y apreciarme como persona….

Ten en cuenta que… antes que un buen estudiante, debo ser un buen ser humano.”

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CARTA A MI MAESTRA

Hola seño:

Soy aquél que nunca te lleva corregir, ni te entrega la carpeta para que te lleves.

Soy aquél que cuando preguntas algo, siempre se queda callado y no llama tu atención.

Soy aquél que nunca entiende cuando explicas y te mira serio y después cuando hay que hacer alguna actividad no la hace.

Aquél que nunca termina de copiar esos pizarrones llenos y que cuando dictas no se me entiende la letra y no me sirve de nada todo lo que copié.

Soy aquél que lee lento, que cuando me haces leer en voz alta (eso sucede muy poco) sufro tanto al notar que todos se cansan y me ayudan respirando profundo. Yo sé que no puedo igual que todos, que te gustaría que fuera diferente, lo noto en tu mirada y tus gestos. Me duele cuando pones cara de “no tiene remedio” o “qué se le va a hacer”.

Seño, si pudieras darte cuenta que no puedo igual que otros, pero que puedo a mi manera….

Si pudieras darme otro tipo de actividades que me interesarán más, para que yo te pueda demostrar lo que sé.

Espero que puedas ayudarme y pueda aprender mucho, para eso voy a la escuela, si supiera y aprendiera re bien no me haría falta; como le pasa a la compañera de delante que sabe todo y se aburre tanto.

Seño, te quiero mucho, espero que esta carta exprese todas las cosas que he querido decirte y no he podido. Un abrazo.

https://es-la.facebook.com/AbcCentroPsicopedagogico/posts/ 555907724421314

Hace tiempo que me llegaron estas dos cartas, las guardé en una carpeta cibernética porque me encantaron. Son dos perspectivas de cómo ser buen maestro desde la posición de los alumnos. Ambas piden, casi imploran, a su maestro que cambie. El primero le pide una transformación metodológica y pedagógica. El segundo es un canto al reconocimiento del otro, del que no es el mejor, del que tiene dificultades para aprender. Es una invitación a reconocer, ver a los invisibles, a los que no hacen bulla.

Como maestra que tiene ya más de 40 años en las aulas, que sigue amando enseñar y aprender en la dirección múltiple, porque estoy más que convencida que todos somos aprendices, hacedores y maestros.

Después de varios años volví a leer las cartas, provocándome muchas reflexiones:

1Los que asumen, asumimos, el compromiso de enseñar deben, debemos, estar conscientes de que somos seres que: construyen, moldean, cimientan, siembran y conducen los conocimientos fundamentales para el futuro de sus estudiantes. Por tanto, ser maestro es algo más que cubrir un horario de trabajo, o llenar unos contenidos del programa.

2Como maestros, estamos casi obligados a cincelar y diseñar, con mucha paciencia y tolerancia, las habilidades de cada uno de esos jóvenes que se sientan allí sin saber qué buscan.

3Debemos entender que hoy día debemos ser acompañantes respetuosos. Tenemos que asumir que nuestra función es formar, no informar. Sabe que Internet puede acumular más datos que su cerebro. Por eso entiende que es más importante pensar, más que memorizar.

4Debemos asumirnos como cuestionadores eternos, que buscan sin cesar y sin detenerse ni un segundo que debemos aprender a buscar las respuestas; que también estudiamos mucho, que leemos sin detenernos, porque también buscamos aprender.

5Debemos entender que debemos aprender a escuchar tanto como hablar.

6Reconocernos, además de maestros, que somos seres humanos, hombres y mujeres con nuestros propios dramas y ansiedades; que tenemos limitaciones económicas, sociales y sicológicas.

7Estoy convencida que un maestro verdadero es aquella persona que se sabe limitado, que no lo sabe todo y que es capaz de pedir perdón y perdonar, pues no le tiene miedo de pedir disculpas y, sobre todo, a admitir sus errores.

8Un verdadero maestro está convencido que debe correr riesgos en el aula, que no le teme a inventar, que sabe salir de su zona de confort, por el simple hecho de querer innovar, de reinventarse.

9Los buenos maestros están preparados y organizados. Ellos llegan a sus salones temprano listos para enseñar. Presentan las lecciones en una forma clara y estructurada. Sus salones están organizados de una forma que limita las distracciones.

10Los buenos maestros motivan a sus estudiantes y les enseñan diferentes perspectivas. Los maestros eficaces usan los hechos para enseñar desde un principio, no hasta el final; siempre hacen preguntas que empiezan con ¿por qué?, ven todas las perspectivas de un asunto y motivan a los estudiantes a predecir qué es lo que va a pasar. Ellos hacen preguntas a los estudiantes frecuentemente para asegurarse que todos los estudiantes están atentos. Intentan motivar a toda la clase, y no permiten que unos pocos estudiantes dominen la clase. Mantienen a los estudiantes interesados en aprender con tácticas variadas e interesantes.

11Tenemos que estar conscientes que para ser buenos maestros debemos ser accesibles, entusiastas y cariñosos.

12Y aunque podamos exhibir amplios conocimientos en las materias que enseñamos, son capaces de decir un simple “no lo sé”, busquemos la respuesta.

¿Qué piensan de estas doce conclusiones? ¿Están de acuerdo?

sangbenmukien@gmail.com

mu-kiensang@hotmail.com

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