Los granos de la discordia

Los granos de la discordia

Las autoridades agrícolas -poderosas  para el abrir y cerrar de puertas al comercio exterior- han sido cuestionadas por propios y extraños por la forma en que expiden permisos para importar habichuelas, una facultad que deberían ejercer siempre con prudencia, en función de necesidades y conveniencias de productores, comercializadores ya establecidos y consumidores. El ingreso de cada producto del agro debe estar  inscrito en un plan con indicaciones  de volúmenes y fechas transparentemente fijados  y divulgados con suficiente anticipación para que todos los interesados sepan a qué atenerse. Cero  cambios bruscos.

La queja más a la vista contra importaciones que alegadamente  lesionanan  a sectores del mercado de leguminosas es la de que se conceden licencias por favoritismo y  en ciclos negativos, sin consideración a quienes de viejo juegan su papel en este  renglón. Se beneficia-según este argumento- a gente sin tradición en el negocio pero con la clara bendición de instancias oficiales y probablemente para favorecer contados  núcleos. Esto constituiría una grave falta de equidad y un uso abusivo de las ventajas que se derivan de los cargos. El solo hecho de que sectores del agroempresariado esgriman estos alegatos es, de entrada, una demostración de que ha faltado información clara y precisa para justificarle a la opinión pública los tales permisos de importación.

A fortalecer la “inteligencia”

De un tiempo a esta parte los servicios de  “inteligencia” de organismos del Estado han sido puestos  en cuestionamiento; y algún crítico llegó tan lejos que  pidió desde la augusta sala senatorial que sean disueltos por inservibles. De modo mucho menos radical podría reclamarse que tales mecanismos sean realmente efectivos para prever acciones   de fuga   e infracción por particulares.  Espanta  la ligereza con que  -por culpa a veces de la Justicia-  salga campante del país gente que tiene cuentas por saldar con nuestras instituciones. Grave también es que altas autoridades aparezcan junto a  individuos tildados  bajo graves cargos  en el exterior, suficientes para ser objetados aquí.

El éxito de los que huyen, engañan y defraudan a título de forasteros de burdos encantos y disfraces, nos revela cómo un país que en plena era de la abundancia de información y tecnologías para la investigación  efectiva,  permanece demasiado vulnerable.

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