Los gritos de los generadores de dólares

Los gritos de los generadores de dólares

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
La comunidad dominicana está integrada, en sus estamentos sociales, por seres humanos que se deleitan en quejarse y mortificarse. Esas plañideras van dirigidas a los gobiernos de turno, para que les protejan y aumenten sus beneficios o les cuiden sus campos de acción, para evitar a los nuevos intrusos en sus áreas de interés, a nombre de derechos adquiridos o de ser padres de familia.

La historia dominicana, de los últimos 45 años, está llena de los episodios más reveladores de una sociedad con sus miembros, con el uso de la fuerza y de la presiones, quieren defender sus derechos adquiridos. Estos van desde los choferes de concho, siendo los más militantes, que hasta las huelgas de los 60 que organizaban, como aquella cuando se modificó el cambio de dirección de la avenida Bolívar, desestabilizaba al gobierno. Así mismo, los camioneros, los chiriperos que invaden las esquinas como los motoconchos que son dueños del espacio de los peatones, hasta los de ahora, los generadores de divisas que se ha integrado a esa corriente de los «ayes» de quienes quieren tener más beneficios a nombre de ser los principales productores de dólares.

A raíz de la revalorización del peso con relación al dólar, en que casi todo el mundo está feliz, han surgido las voces disidentes de quienes se le está afectando sus intereses como son los empresarios de zona franca y los del área turística, quienes vivían en un paraíso cuando el dólar se llegó a cotizar al 55 por 1. Ellos creían que con el sacrificio del 95% de la población ellos podrían disfrutar de un paraíso para sus negocios, en que se les niega salarios decentes a los millares de empleados de esos sectores, a nombre de la competitividad.

No hay dudas que el impacto de que la prima haya llegado al 30 por 1 ha significado, que aún cuando los precios no han descendido con la debida celeridad debido a que el gobierno está aplicando nuevos impuestos, al menos ha ocurrido un cambio, que pese a la escasez de dinero en la calle, mantiene a la gente todavía viviendo la ilusión del gobierno del PLD, que al cumplir sus primeros seis meses, disfruta de una relativa calma en que el proyecto del Metro se recibe como algo simpático, o como el sueño de un joven estadista que quiere lo mejor para su país, y no se le ve mala fe en el mismo, aún cuando se presume, que si se llegara a construir, el valor final, se aumentaría considerablemente, como nos los dice la historia de proyectos viales que se construyeron en su anterior gestión gubernativa.

El problema de las zonas francas, no es el dólar barato, sino que la inclusión en el mercado textilero norteamericano, como nación privilegiada, de China ha dejado al descubierto la gran debilidad de esas industrias ensambladoras, que no pueden sacudirse de esa rutina, cosa muy distinta a lo que está ocurriendo en Bonao con la instalación de la zona franca de Dos Ríos para el procesamiento de telas, la cual tendrá un gran impacto socio económico para la región y el país, así como para el futuro de las exportaciones dominicanas.

Los hoteleros, con más de 56 mil habitaciones repartidas por todo el país y esperando que otros polos turísticos, como el de Barahona, despeguen, se quejan de la baja del dólar, aduciendo que sus negocios están al borde de la quiebra, pese a que mantienen ocupaciones superiores al 80%, mientras no insisten con el gobierno que acelere la construcción de mejores acueductos, alcantarillados y carreteras, aparte de la necesaria seguridad que adolecen las poblaciones, que como Puerto Plata, es una zona peligrosa para los visitantes, expuestos a todas horas a que cualquier desalmado los asalte, maltrate o asesine.

Los generadores de divisas, pretenden, ser clase aparte en un medio de tantas precariedades, y hasta casi de seguro, que al igual que los choferes o los motoconchistas, los veremos realizando protestas, que serían muy sutiles y elegantes, pero impactantes, si llegaran a ser muy militantes, cuando vean que continúe el cierre de las empresas de zona franca y se ponga en peligro la subsistencia de sus negocios en el país.

Hace años el país dejó de ser de empresas basadas en la industria del postre, cuando se exportaba azúcar, café, tabaco y cacao. Ahora vivimos de las delicias del turismo altamente desarrollado y que lo sostendrán el sol y playas por muchos años, de zonas francas atravesando momentos difíciles y de las remesas a ser más competitivo en otros renglones, que por las protecciones que gozan las empresas, provoca que poco caso se le pone a mejorar para competir. Competir es el antídoto para el colapso previsible de algunas zonas francas, sin resultar traumático para la economía dominicana.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas