Los Grupos de Eficiencia Colectiva cambian
la vida a pequeños empresarios

Los Grupos de Eficiencia Colectiva cambian <BR>la vida a pequeños empresarios

POR MARIO MÉNDEZ
Habían pasado ocho años desde aquel día en que Adriano Molina Minier instaló una pequeña panadería en Los Alcarrizos, un populoso sector de Santo Domingo Oeste. Comenzó con un horno construido por él mismo, fruto de los ahorros que acumuló “chele a chele”, del salario que recibía en su época de dependiente. Fue un período difícil de su vida en que trabajó duro “sólo para comer”.

Al igual que muchos pequeños empresarios los ingresos que le producía su trabajo no le alcanzaban más que para sobrevivir, haciendo de paso «todos tipos de líos» para poder seguir operando su maltrecha unidad productiva.

«En siendo prestamistas, les debía a todos los que seguían confiando en mi decisión de mantenerme operando a un costo que me llevaba a la ruina», confiesa.

Los últimos tres años habían sido los más difíciles.

El precio de la harina de trigo, principal materia prima utilizada en la elaboración del pan, había llegado a saltar desde los RD$320 hasta los RD$1,435 el quintal. Lo mismo había ocurrido con las grasas, sin que pudiera subir el precio del producto final en la misma proporción porque, de hacerlo, hubiera terminado quedándose sin clientes.

«Lo que me esperaba era la quiebra total», asegura.

Transcurría el mes de octubre del 2003 cuando recibió la propuesta junto a otros nueve pequeños panaderos de su sector para que se integraran en una unidad productiva. La propuesta se la hizo José del Orbe, consultor que trabaja para el capítulo de Agrupaciones Empresariales del Programa de Apoyo a las Pequeñas Empresas Privadas Dominicanas (Proempresa), la que tiene a su cargo la promoción de los Grupos de Eficiencia Colectiva.

Comenzaron las primeras reuniones de «sensibilización», etapa en la que los pequeños empresarios deben quedar convencidos de que el agruparse les conviene. Esta etapa puede durar hasta seis meses, dependiendo de la actitud de los empresarios prospecto sobre la conveniencia de asociarse.

El 24 de noviembre quedó constituido el grupo con sólo tres de los diez que comenzaron en el grupo.

Ese día cambió la vida y la visión empresarial de Adriano Molina Minier y sus dos socios que también habían decidido convertir sus pequeñas panaderías en una más grande y eficiente, resultado de la integración de las tres unidades que ellos operaban independientemente en una pequeña empresa más competitiva a través del uso racional de sus recursos, prácticas gerenciales más eficientes y un mayor valor agregado en el procesamiento.

Menos de un año después, los costos han bajado en más de 60%, dijo.

Había tres encargados de hornear el pan, ahora sólo hay uno.

Se paga el alquiler de un local, no de tres.

Tenían que buscar dinero para el pago de tres facturas eléctricas, que han sido reducidas a una.

Cada uno de ellos utilizaba entre cinco o seis empleados para procesar uno y dos sacos de harina.

Ahora con seis operadores, elaboran la cantidad de pan que producían los tres, más la que se ha agregado.

La producción ha aumentado en más de 400%.

De entre 1,800 y 2,000 panes que producía cada uno de ellos al día, en la actualidad producen entre 12,000 y 13,000, sin incluir 8,169 unidades que suministran al programa de Desayuno Escolar de la secretaría de Estado de Educación, para el cual no calificaban individualmente por su limitada producción, pero ahora agrupados sí.

También han conseguido contratos como suplidores del Ejército Nacional.

Todo esto ha permitido mejorar los salarios de los trabajadores y la calidad del producto, en beneficio de los consumidores.

Cuando trabajaban individualmente, los altos costos, las reducidas ventas y la necesidad de obtener una pequeña rentabilidad que le permitiera sobrevivir, les llevaba a sacrificar la calidad del pan que producían.

Hoy la calidad ha mejorado en 80%.

Los consumidores también se han beneficiado de los precios más competitivos.

«En Los Alcarrizos entero no hay una panadería que pueda dar los precios que podemos dar tanto al vendedor y al intermediario como al consumidor final», expresó David Dinsey, administrador del Grupo de Eficiencia Colectiva.

No menos importante fue el cambio en su visión empresarial.

Ya estos pequeños empresarios podían disponer del tiempo que antes dedicaban totalmente a las urgencias del día, para pensar en grande hacia el futuro.

Ya cuentan con un local financiado en el que piensan construir una nave, además de que introducirían una nueva línea de producción: los bizcochos de alta calidad.

«Un primer paso de trabajar en conjunto, a nivel estrictamente de producción, le puede dar la retroalimentación positiva, el sentimiento de éxito, para dar el siguiente paso, seguir hacia adelante», expresa Ramón Tejeiro Vidal, director de Proempresa.

Antes la innovación no era tema de mucho interés para los tres pequeños empresarios. Hoy sí lo es, y ya están cosechando los resultados.

Otro ejemplo es la conversión de los «burros» de que disponían -que son estructuras hechas con varillas de acero para colocar el pan en bandejas antes de hornear y después del horneado-, en carritos que hicieron más productivo el trabajo.

El problema de los «burros» es que el traslado del pan tenía que hacerlo una persona de a dos bandejas por viaje, una en cada mano.

El carrito simplifica esa labor, porque en vez de dos bandejas, se traslada el carrito, que contiene 18 bandejas.

Fue a Adriano a quien le tocó hornear el primer día de operación del Grupo de Gestión Colectiva. El recuerda que, por el exceso de trabajo que conlleva atender el horneado y a la vez trasladar el pan desde y hacia los burros, llegó a pensar que iba a morir de cansancio. «Ya me dolían hasta los tuétanos. Tantos viajes hacían que uno se matara demasiado y se hiciera menos productivo, porque al otro día no quedaban ganas para trabajar».

Ante esa situación tuvieron que buscar un trabajador sólo para que se ocupara del traslado del pan, pero a quien se encargaba de esa labor tampoco aguantaba y había que estar buscando otro que lo sustituyera, hasta que por fin encontraron la solución.

Esto confirma que entre las pequeñas empresas hay un potencial de mejorar la competitividad que en las grandes no lo hay y a este objetivo pueden contribuir mucho programas como el Grupo de Gestión Colectiva de Proempresa.

Es importante señalar que si los 16 carritos que sustituyeron los «burros» hubieran sido adquiridos en el mercado, los tres pequeños empresarios unificados alrededor de una sola unidad productiva, hubiesen tenido que buscar un préstamo de más de RD$100,000, pues cada uno le hubiera salido entre RD$7,000 y RD$10,000.

Pero ellos mismos hicieron la conversión, con una inversión de apenas RD$3,000 por unidad. Y los carritos construidos por ellos hacen exactamente el mismo trabajo que los que se ofrecen en el mercado.

Además de la economía en la inversión, con la innovación también lograron una reducción de costo en la mano de obra y una mejora en la productividad.

ECONOMÍAS DE ESCALA

Las panaderías son empresas que requieren de economías de escala para ser más eficientes y competitivas.

De manera que la constitución del Grupo de Gestión Colectiva fue la clave para que Adriano, David y Leana lograran una cooperación que les permitiera aumentar la productividad del grupo, sus utilidades y su crecimiento.

Sin embargo, para que el proceso de reintegración fuera exitosa se requería que los actores se convencieran de que agrupados podían obtener mayores beneficios que operando independientemente, lo cual se logró en el período de flexibilización, con la asesoría del consultor.

Este etapa, en el proceso de constitución de los Grupos de Gestión Colectiva constituye un gran desafío tanto para el consultor como para los empresarios prospectos, pues aunque estudios han revelado que las pequeñas empresas más dinámicas se desarrollan en el marco de fuertes relaciones de cooperación, también se ha determinado que una parte importante de los pequeños empresarios tienen una actitud individualista y son pocos inclinados a la cooperación.

La investigación «Demanda y Oferta: Servicios de Desarrollo Empresarial (SDE)», puesta a circular este jueves por Proempresa, pone de relieve que, en el caso dominicano, entre los pequeños empresarios dominicanos es bajo el nivel de asociatividad.

«El 63% de los entrevistados dijo que no participa en ningún gremio ni asociación, frente al 37% que declaró su integración a entidades como las señaladas», plantea la investigación realizada en base a la aplicación de un cuestionario a una muestra de 280 pequeñas empresas.

El caso de Adriano, David y Leana, la integración en su Grupo de Gestión Colectiva no se hizo imposible porque ellos mantenían entre sí una relación de colaboración. Cuando a uno le falta un saco de harina, lo toma prestado de otro.

TAMPOCO FUE FÁCIL

«Lo más difícil que se ha logrado es unir tres cabezas, no es fácil. Pero gracias a Dios, ya todas las etapas han sido superadas, pues el próximo mes cumplimos un año», expresa David Dinsey.

Esto ha podido ser posible porque, según explica Tejeiro Vidal, en Proempresa se trabaja con paciencia y perseverancia para generar confianza entre los actores, en el entendido de que los Grupos de Gestión Colectiva constituyen «un programa de acción empresarial, pero también es un programa de educación para el desarrollo. Y cuando uno junta esos dos elementos acaba consiguiendo unidades empresariales eficaces, pero al mismo tiempo con una actitud más positiva entre sus actores».

«Uno no puede llegar a un barrio, y decir: ahora se ponen todos ustedes juntos, y me hacen un grupo; no. Uno tiene que llegar a un barrio y decir: ¿Cómo están ustedes? ¿Tienen algunos problemas? ¿Están todos satisfechos? ¿A todos les va muy bien? Si no, a ver: ¿Qué problemas hay en conjunto?”

Los problemas comunes son éstos: ¿Cómo los resolverían ustedes?

Y darle tiempo a que un empresario mire al otro no como un competidor, sino como un posible colaborador».

Tejeiro Vidal llama la atención hacia el caso del Grupo de Gestión Colectiva conocido como Los Correeros del Simón Bolívar, donde la unión entre pequeños empresarios fabricantes de correas «transciende la empresa, hasta la vida familiar, el barrio…», y han llegado a constituir una liga de sóftbol.

«Es un grupo de gente que son amistosos -expresa Tejeiro Vidal-. Uno entra en la fábrica o en el taller del otro, sin que éste diga: ¡Oye! ¡Va a ver mi secreto! No, es mi amigo, y si ve algo que yo hago mal me va a alertar».

Tejeiro Vidal advierte que «si no hay esa confianza, no se puede conseguir nada, porque en un momento dado la agrupación significa inversión conjunta, porque si falta una máquina y ninguno de los integrantes del grupo tiene el dinero para comprarla, entonces yo pondría unos 10 mil pesos, pero tú tienes que poner otros diez mil y el otro diez mil, y aquí cada uno pone diez mil pesos.

Y todo eso exige una previa creación de esa confianza personal entre los empresarios. Por eso nosotros tenemos desarrollado un método en que se forman unos productores, que conocen la dinámica social de trabajo en las empresas. Damos orientaciones y vamos facilitando ese proceso de toma de confianza».

Admite que «el proceso es lento, para poderlo hacer bien. No se puede hacer como un programa masivo, pero es muy bonito, y da muy buenos resultados cuando usted ve tres panaderos ahí en Los Alcarrizos, dos de ellos que tenían sus panaderías a punto de cerrar y al tercero le estaba yendo mal. Se ponen de acuerdo los tres, cierran dos, y concentran en un solo local las mejores máquinas de los tres, y empiezan a trabajar día noche. Es un caso real. Ahí no hay bla, bla, bla. De los tres, dos decían que iban a cerrar, y ahora mismo los tres están produciendo cada vez más pan, y cuando sus competidores se están viendo forzados a subir el precio del pan, ellos los mantienen, con lo que el beneficiario finalmente es el consumidor. Han conseguido que el incremento de eficiencia, les lleve a una mayor competitividad, que les permite ganar dinero, por un lado, y por el otro, darle el pan más barato a la gente. ¡Que más puede pedirles, hombre¡», expresa Tejeiro Vidal.

¿QUÉ ES PROEMPRESA?

Proempresa es un programa de desarrollo, ejecutado por la Oficina Nacional para Fondos Europeos de Desarrollo (ONFED), con recursos donados por la Unión Europea.

Para fortalecer los grupos de pequeñas empresas y organismos de apoyo, el proyecto prevé:

1) Desarrollar el intercambio interempresarial en la base, a partir de la realización de acciones de formación de animadores y de apoyo a grupos de eficiencia colectiva y grupos sectoriales.

2) Fortalecer la capacidad institucional de las asociaciones profesionales formales representantes del grupo meta, a partir de auditorías institucionales y la realización de planes de desarrollo.

3) Fortalecer la capacidad de producción y difusión de la información de interés general a partir de la producción de material útil a la pequeña empresa.

LOS CORREEROS DEL SIMÓN BOLÍVAR

Este caso, que es otro ejemplo vivo las ganancias que obtienen los pequeños empresarios cuando logran agruparse para mejorar la competitividad y crecer, fue objeto de un estudio por parte de Proempresa.

En febrero del 2000 un proyecto de un equipo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo comienza a hacer los primeros contactos para la constitución de este Grupo de Gestión Colectiva, que queda constituido varios meses después con los pequeños empresarios más afines del grupo contactado inicialmente.

Sólo algunos de los talleres de los pequeños talleres del Simón Bolívar poseían una estructura mínima que les permitirá hacer correas con ciertos patrones de calidad para competir en el mercado.

«Problemas como el corte de las correas o bandas, información sobre materiales, tintura para los cantos o bordes, pulido, costura, foliado o estampado, caracterizaban una oferta rígida y monótona, ya que todos compraban los mismos materiales y competían con los mismos diseños», expresa el estudio hecho por Proempresa.

Poco después de constituido el grupo, ya los pequeños empresarios integrados aprendieron a competir «diferenciando su diseño de cinturones con algún elemento particular. Se logra hacer más amplia la lista de proveedores, entonces el grupo entra en un ciclo muy importante: la negociación colectiva».

En el camino de elevar la calidad de las correas y cinturones, se mejoraron los cantos y bordes con la construcción de una máquina simple de pulir cantos.

Luego se conforma un pequeño centro de maquinado común, manejado por un personal entrenado, que fue uno de los pasos más importantes para mejorar la calidad las correas.

Ahora el grupo aspira a establecerse en el mercado con una marca y diversificar su producción a otros componentes de vestir, como son las carteras para hombres y mujeres.

Es así como hoy, en palabras de Luis Toirac, los integrantes de este grupo de fabricantes de correas «se sienten complacidos de poder competir con los empresarios y empresarias solidarios y cooperantes, su camino en la construcción de formas de organización productiva basadas en la participación inteligente y la cooperación activa».

Publicaciones Relacionadas