SÓCRATES BARINAS COISCOU
Nuestra Constitución da la sensación de ser una mujer hermosa y perfecta, muchas veces violada por no existir los organismos que sancionen efectivamente sus violaciones.
Los interesados en violarla, para desviar la atención del pueblo, se inventaron el falaz argumento de que era una copia de la Constitución de Haití y se han pasado años y años en esa tribial discusión, olvidando remontarse al nacimiento de los derechos del hombre desde los Bill Of Rights de Inglaterra del siglo XVI, la Declaración de Independencia de Norte América de 1776, llamada la Filadelfia, la Constitución de Haití de 1804, la de Cádiz de 1812, la Efímera del Haití-Español del 1821, mientras seguían jugando con la Constitución definitiva de la República Dominicana, del 6 de noviembre de 1844, llamada de San Cristóbal, poniéndole periódicamente un traje a la medida de cada uno de nuestros gobernantes.
Por encima de todas estas polémicas, por lo menos reconocimos que nuestra Constitución es que le da a nuestra Nación razón de ser como Estado libre e independiente frente a los otros Estados del Mundo.
Por circunstancias que no es grato recordar, para evitar las violaciones que constantemente se cometen contra nuestra Constitución, todavía no se ha creado un Tribunal Superior a todos, capaz de hacer que se cumplan las sanciones que se impongan a sus violadores.
Finalmente, dando la espalda al sentimiento que debe embargarnos como hijos de esta nación, no celebramos alborozados el nacimiento de nuestra Constitución en la fecha en la cual fue proclamada, si no «un día cualquiera».
No creo que ningún político se atreva a decirle a un norteamericano que el 4 de julio, día de su Independencia; o a un francés de que el 14, día de la toma de la Bastilla, sean celebrados otro «día cualquiera».
Estoy seguro que llegará el día en el cual, con decretos o sin decretos, el pueblo dominicano, a nivel nacional, celebrará alegremente el 6 de noviembre, «Día de la Constitución». Así de simple.