Los hijos de la posguerra

Los hijos de la posguerra

Hace aproximadamente un mes que el conocido productor de televisión, Juan Carlos Espinal, me invitó a la puesta en circulación de su libro titulado «Los hijos de la posguerra». La presentación de la obra estuvo a cargo de Daniel Beltré, quien recorrió con precisión los diversos temas abordados por el autor.

Recuerdo que su discurso improvisado nos impresionó a todos. Los valientes pronunciamientos del novel escritor conmovieron a la nutrida concurrencia aquella calurosa tarde en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

El contenido del libro refleja una seria preocupación social, sobre todo visto desde el punto de vista de los desposeídos, que desafortunadamente es ajena para la mayoría de jóvenes dominicanos. Comienza sus reflexiones con los diversos problemas que ha generado la tenencia de la tierra en nuestro país, desde los tradicionales latifundios hasta el fracaso de la reforma agraria durante el período de los 12 años de Balaguer. Se remonta, incluso, a la época de la montonera, período que retrata magistralmente el Profesor Bosch en su obra «La Mañosa», cuando los generales se levantaban en armas para encabezar revoluciones.

Juan Carlos analiza certeramente el desajuste social que provoca el fenómeno migratorio del campo a la ciudad, creando cordones de miseria, barrios periféricos donde abundan el consumo de drogas y la prostitución. Asimismo, critica los nocivos efectos de la globalización cuando nos dice que la misma «ha desvirtuado el mercado y nos golpea despiadadamente colisionando, incluso, con las estructuras más débiles de nuestra sociedad». Aunque critica tanto a la izquierda como a los grupos económicos privilegiados, que carecen de una verdadera conciencia de clases, sus juicios coinciden en algunos aspectos con los de Chomski y Stiglitz.

El libro no se limita a personajes específicos que han jugado un papel estelar después de la Revolución de Abril de 1965, sino que abarca una serie de sucesos geopolíticos que han marcado la vida dominicana durante los últimos 40 años. Son abordados hechos tan diversos como la fuga de cerebros, debido a los fenómenos migratorios, hasta la correlación de fuerzas dentro del marco de la Guerra Fría, los cuales han influido en el estilo de vida de millones de personas en todo el planeta. Y es dentro de ese interregno histórico que el autor emite sus puntos de vista sobre los distintos gobiernos que nos hemos gastado a partir de 1966.

Al igual que otros académicos norteamericanos como Samuel Huntington y Paul Kennedy, nuestro autor reseña el declive del Estado Nación, pero a diferencia de los primeros, hace especial énfasis en la «ineptitud proverbial del Estado» para frenar los alarmantes índices de pobreza que amenazan las bases institucionales de las mal llamadas democracias representativas. Su preocupación por asuntos de capital importancia como la deuda externa hispanoamericana, su déficit en la balanza de pagos que ha obligado a determinados países a solicitar una moratoria, él las ve como un futuro incierto para los países en vías de desarrollo.

Nuestros niveles de endeudamiento, producto de la ineptitud y corrupción políticas, constituyen verdaderos escollos que imposibilitan el crecimiento económico y la lucha contra la pobreza. El ensayo aboga por un sistema ecléctico entre el marxismo y el capitalismo, resaltando la incapacidad de respuesta individual de ambos para hacerle frente a las necesidades colectivas. Sus opiniones sobre el proteccionismo, la ecología y otros tantos problemas que hace algunos años apenas eran tomados en serio por unos pocos, son enfocados juiciosamente por el autor.

Si bien es verdad que sus conclusiones no son nada esperanzadoras, no menos cierto es que las preocupaciones plasmadas en «Los hijos de la posguerra» son legítimas. Están a la vista de todos. Al margen de que estemos de acuerdo o no con los conceptos vertidos, tienen el mérito de la originalidad, la sinceridad y la osadía de trascender las fronteras de lo usual. Ahora bien, lo que si comparto con el autor de «Los hijos de la posguerra» es que uno de los grandes problemas del presente radica en ese egoísmo selectivo, ese desmedido afán de acumular riquezas, que ha afianzado el sentimiento de rechazo de las grandes masas contra los antisociales que exhiben descaradamente el poder usurpado, y que Juan Carlos Espinal aborda con adecuada propiedad.

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