JOHANNESBURGO. – «Queremos una educación gratuita y descolonizada». Las protestas que agitan los campus sudafricanos están tomando un cariz cada vez más político para los estudiantes negros, que denuncian la persistencia de las desigualdades raciales, 22 años después del fin del «apartheid».
«Estamos ávidos de restablecer la dignidad de los jóvenes negros (…) No somos iguales en esta universidad», lanza entre un bullicio de aplausos Mcebo Dlamini, uno de los líderes de la revuelta en la universidad de Witwatersrand (Wits), en Johannesburgo.
Dlamini habla ante un millar de estudiantes, entre los cuales los blancos se cuentan con los dedos de una mano. Desde hace tres semanas, la prestigiosa facultad de Wits, así como las de otras grandes ciudades del país, viven bajo tensión.
Los altercados violentos entre los alumnos y las fuerzas de seguridad llevaron a las autoridades a suspender los cursos. Este lunes se retomaron en algunos centros, como en Wits, donde sin embargo volvieron a producirse enfrentamientos.
La protesta empezó tras la decisión del gobierno de autorizar para 2017 un alza del 8% del costo de las matrículas. Ya el año pasado, la idea de subir los precios no se concretó por la ola de altercados que suscitó.
En Wits, como en otras universidades, «la educación gratuita» se impuso como la principal reivindicación.
«Es una manera de lograr la igualdad, de reparar lo que la gente tuvo que sufrir en el pasado», explica un estudiante en huelga, Tauriq, en alusión a las décadas de dominio de los blancos en el país. Si eres blanco, «no puedes identificarte con los problemas» de los estudiantes negros, asegura este chico mestizo, alumno de tercer año de Ingeniería.
«Los blancos no saben lo que es levantarse a las 5 de la mañana para llegar a tiempo a clase. No saben lo que un negro puede sentir en un centro comercial: en los ojos de la gente, se ve su temor a ser robados», agrega Tauriq. El movimiento estudiantil busca «cuestionar lo que a la gente le parece normal», resume.
En 2014, 27,5% de los blancos obtuvo un diploma universitario, frente a únicamente 5,3% de los negros, según el Instituto Sudafricano de Relaciones Raciales.
Pese a la emergencia de una clase media negra desde hace dos décadas, las desigualdades económicas saltan a la vista: 41,9% de los negros viven en la pobreza, frente a 0,8% de los blancos.
La madre de Tauriq gana 400 euros al mes y se encarga sola de la manutención de sus cuatro hijos. Sin su beca del Estado que cubre los 4.000 euros de gastos anuales de universidad, Tauriq no podría haber estudiado nunca en Wits. Pero no todos tienen la misma suerte.