La psicóloga Soraya Lara Caba afirmó que son tan severos los daños emocionales que reciben los niños que viven en hogares marcados por la violencia que ejerce el padre sobre la madre, que esas secuelas se arrastran hasta la adultez, y en ocasiones terminan reproduciendo los mismos patrones de conducta.
Sin embargo, la experta señala que hay hijos que son resilientes, que aprenden a manejar las secuelas de esas vivencias nocivas, e incluso deciden no replicar esas acciones.
Lara Caba explica que la violencia tendrá un impacto psicoemocional diferente en cada hijo, lo cual va a depender de su nivel de exposición a los episodios de violencia.
“Pero los síntomas que presentan esos chicos son depresión, ansiedad, trastornos de estrés post traumático, inquietud, conducta de aislamiento, conflicto escolar, bajo rendimiento, eso es lo que solemos ver en los hijos que viven en familias donde hay un padre violento.
“Generalmente hay un hijo que lo enfrenta, es el que se mete en el medio, el que se le tira encima, entonces, la secuela psicológica de ese que está ahí es mayor que el pequeño que está jugando”.
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Lara Caba explica que los intentos suicidas se dan más en las chicas, al no soportar el dolor por el que atraviesan sus madres.
“Recuerdo una jovencita que me dijo: yo no sé, pero cuando yo vi que mi papá tomó el sartén y comenzó a golpear a mi mamá yo comencé a cortarme. Esa fue una forma de liberarse del dolor que le estaba generando esa situación”.
Asimismo dijo que también piensan en irse de la casa o comienzan a tener relaciones tempranas.
“Pero en sentido general vemos mucha irritabilidad en los hijos, muchos comportamientos agresivos, porque es lo que viven en la cotidianidad.
“Esos niños viven en hipervigilancia para ver qué pasará, tienen pesadillas, porque temen que el padre agresor mate a su madre”, destacó Lara Caba.
Conexiones con los hijos
La experta señala que hay otra situación que afecta a los hijos, que no debería ocurrir, y es la conexión que establece el padre agresor con uno de los hijos, lo cual también hace la madre en busca de desahogo.
“Se da con cierta regularidad, que el padre violento hace una alianza con uno de los hijos, y lo pone en contra de la madre. Y entonces vemos comportamientos muy violentos de ese hijo hacia la madre.
“También hay madres que hacen alianza de protección con alguno de los hijos, que tampoco es saludable, pero es parte de la realidad de esa familia”.
Las secuelas que se llevan a la adultez
El ambiente violento en el que viven niños y adolescentes podría expresarse, en la adultez, en comportamientos antisociales y distintas manifestaciones de inestabilidad emocional, asegura Lara Caba.
“ Vemos comportamientos antisociales desde los 14 años, jóvenes que entran en conflicto con la ley, con hábitos que no son socialmente aceptados, consumo de alcohol.
“Pero claro, también encontramos hijos resilientes, que dicen no voy a repetir lo mismo que hizo mi padre”, refirió la presidenta del Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas (PACAM).
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¿Sociedad violenta?
Al analizar en sentido general la violencia, no solo en el ámbito íntimo, Lara Caba expresa que son diversos aspectos que inciden en la permanencia de esos comportamientos, sin importar la clase social.
“La violencia es una conducta aprendida, y aunque quizás genere un poco de molestia, pero observamos que la mayoría de los hechos violentos los cometen los hombres, y hay cifras en todo el l mundo, no es solo una cuestión de República Dominicana.
“De manera que es esa cultura del hombre que históricamente ha tenido que defender territorios, conquistar a través de guerras y actos muy violentos”.
Según sus explicaciones, hay todo un aprendizaje cultural y social, que va definiendo los comportamientos pasándolos de generación a generación.
Esos comportamientos se traspasan a través de mitos, leyendas, hazañas hasta religiosas o políticas, y todo esto va siempre enmarcado en la conducta del hombre, refirió.
Al hacer el señalamiento dejó claro que eso no quiere decir que no haya mujeres violentas y agresivas.
“Pero cuando hablamos de violencia se deben tener en cuenta factores de orden social, cultural, emocional, que tienen que ver con la reacción de las personas, de cómo interpretan los sucesos y cómo actúan a partir de los mismos”, dijo.